Esas ínfimas cosas que uno adora, y sin saber porqué/
esa alteración de la sangre de los crédulos que se doblegan/
Esos Dioses que el hombre ha creado, y que no pueden crear al hombre/
De los más firmes Estados qué fantástico sostén/
"Ve, Ve, Terencio, quien las cree, no cree en nada.
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