domingo, 25 de diciembre de 2011

¿DE DÓNDE COÑO VENIMOS?





El presente agobia al hombre actual, lo encarcela en la prisión de una existencia que le domina, y desea salir de él, através de imaginar un nuevo mañana. Este sentimiento trágico domina todos los actos de la vida humana, desde el primer instante de nacimiento, hasta el día de su muerte.
Nacemos para crecer, crecemos para psicológicamente parecernos a nuestros mayores, surgiendo el anhelo de alcanzar la edad adulta en la niñez, nos educamos para ser adultos, estudiamos para alcanzar un trabajo, trabajamos para alcanzar un mejor sueldo o mejora de posición, y esto lo hacemos para mejorar la posición económica y social de nuestra familia, tanto paterna como matrimonial o presente, dirigimos nuestros últimos esfuerzos laborales para una mejor pensión y así, obtener una mejor vejez, y cuando a ella llegamos, la dirigimos hacia un mejor futuro para nuestra tercera generación, a la vez de preocuparnos por nuestros hijos, en su tiempo presente, tal vez como recuerdo del los ya lejanos ayeres, ahora valorados y añorados.
Tal escalera de mañanas impredecibles, domina la vida de cualquier hombre.
Los neuro científicos confirman un dato revelador. Nuestro cerebro está prediseñado para advertir el mañana, para pensar hacia el futuro, no hacia el pasado o presente.
¿Tal vez habría que reeducar nuestra propia evolución natural neuronal, para advertir de mejor manera nuestro “eterno” y constante presente, obviando algo nuestro ilusorio e inalcanzable, por tanto, inexistente mañana.?
Pero también es verdad, que si esto realizáramos, perderíamos el espíritu central, a través del cuál el hombre a alcanzado un porvenir más notorio que el obtenido en épocas anteriores. El desarrollo.
Solo hace falta echar un vistazo a los modos de vidas prehistóricos, medievales o incluso del siglo pasado, del XX, para advertir nuestra mejora en la vida cotidiana. Nuestro desarrollo. Al respecto hay un dato esclarecedor. La edad media en la que el hombre fallece. Ésta se halló en tiempos pasados en cuarenta años, hoy está casi en los noventa, y pronto nos acercaremos al siglo de vida, una marca que en épocas ancestrales, como la egipcia o babilónica, sería tomada como una característica divina, de la anhelada vida eterna de los dioses o elegidos. También llamados héroes.
Aunque nuestro modo de vida subsista a partir de tomar las esencias de nuestro presente como alimento, para escupirlas en un lejano e inalcanzable mañana; aunque nuestro presente se queme en los deseos de un futuro idealizado, que cuando se alcanza se vuelve a quemar, en pos a un nuevo futuro aún más lejano; y que este comportamiento está creado por la fisionomía natural y evolutiva de nuestro cerebro, osea, aunque no seamos tan culpables de este derroche de presentes, en pos a unos futuros idealizados, hay un hecho incuestionable:
“Nuestro presente es producto futurible e idealizado de nuestros pasados”. Es el reducto de muchos deseos y esfuerzos presentes, de un tiempo muy muy pasado. Por lo que, de igual forma, nuestro comportamiento sistemático nos hace evocar un futuro idealizado e inalcanzable, también este mismo hecho, de nuestros antepasados nos otorga el estiercol que sustenta nuestra única base real, nuestro presente.
Por lo que advertir la realidad del presente de nuestro pasado, puede hacernos ver cuáles fueron los deseos y aptitudes que nuestros ancestros tuvieron, para realizar los hechos a través de los cuáles, nuestro presente se nos presenta en forma de leña, para la nueva pira de nuestros deseos futuros.
Un ejemplo claro es que nuestras leyes actuales, proceden del derecho romano. O sea, sin la existencia del imperio romano, iniciado por Julio César, y éste fue iniciado por la idea de quemar su presente, para un futuro evocador de lujo, heroísmo y grandeza, donde él deseaba equipararse a Alejandro Magno, el macedonio, y éste quemó su vida, deseando equipararse a los héroes legendarios, como Aquiles, y éste quemó también su vida, para equipararse a los dioses que conquista la gloria y la memoria imperedecera, sin esta escaleras de incendiarios del presente, y evocadores y soñadores de futuros, no tendríamos nuestras leyes. No digo que no tuviéramos leyes, si no que simplemente serían otras. Tal vez la aún no olvidada, ley del talión, surgida en Persia.
    Pues repito, nuestro código legal es aún en esencia, el romano.

Descartes nos indujo una visión nueva de la existencia del presente que nos rodea, al diferenciar el mundo físico, constatado a través de la razón, del mundo etérico o espiritual, visionado sólo por la fe y el deseo. Conformándose así una conceptualización nueva, el comprendimiento de lo llamado Real, con lo perteneciente a la ilusión mera, de una mente que al no alcanzar la razón, está imbuida por una niñez eterna de ilusiones irreales.
Pero vemos aquí, que lo llamado real, la materia que sustenta y domina nuestro presente, lo que sería llamado por Ortega y Gaset, nuestra circunstancia o realidad, es un producto de lejanos y pasados ideales etéricos. O sea, la materia, la realidad, la razón, surge de la fe, de lo ilusorio, de la niñez. Y hacia ésta, la materia vuelve a dirigirse camino a su incendiario mañana.
Si esta visión de la vida humana no tiene errores, o sea, si aceptamos esta visión de la realidad que domina al ser humano, en su colectivo, estamos advirtiendo un hecho no antes aceptado por el hombre actual. Aunque sí por el ancestral. La existencia eterna del hombre, o sea, su constante que perdura tanto en su pasado más lejano, como en su futuro más evocador y milenario, es el mundo etérico de las ideas y del mañana. Su sueño, recordándonos esto las palabras del poeta, “la vida es sueño”, siendo lo llamado real, la razón y la materia física existente, lo único que no es real y constante, nuestro fugaz presente, pues toda materia existente, es la conformación de la realidad que encarcela al hombre en su presente. Pero que es una materialización de ideas pasadas, y estas circunstancias reales que dominan el presente del hombre, de inmediato, son quemadas y sacrificadas para la consecución, para la cosecha de un mañana que no conoceremos, pues cuando se alcanza lo volvemos a quemar, para otro más lejano. Y el hombre soñador, solo dejará sin quemar su mañana materializado tras su muerte.
Su memoria.
Otro ejemplo, de esta compleja idea, de realidad y fugaces deseos futuros, es el presente sistema urbanístico de nuestras ciudades. Se ha de saber, que nuestras calles, nuestras casas, están diseñadas a través de un plano, en el que se conforma un orden idealizado. Este orden idealizado, que se materializa en el plano urbanístico de nuestro barrio o ciudad o pueblo. No pertenece a una mejora presente de la realidad presente. Que sería lo deseado por el sistema cartesiano de Descartes. Si no que por el contrario, pertenece a un ideal tan lejano, como la propia civilización humana.
A la cultura Sumeria del tercer milenio antes de nuestra era.
Sí, fue en Sumer, donde se construyó una población con calles, las cuáles todas ellas coincidían en un solo punto central, donde se hallaba el templo del dios protector del poblado o ciudad. Pero este sistema, tampoco era presente para ellos, para los sumerios. Era una realidad de las ilusiones de un aún más lejano pasado. Un pasado que nos llega a nuestros oídos através del filósofo griego Platón. La llamada Atlántida, donde fue edificada en forma tri-circular, donde el templo y el palacio de la reina madre, y del dios Poseidón, se hallaba en el centro de toda la urbe. Y en la zona más elevada.
Pero nuevamente, este hecho tampoco es una realidad presente, de una mejora de nuestro presente. También obedece de una idealización futura. El cielo se rige en forma circular, por la noche, donde las estrellas a lo largo de la noche, y de todo el año, se mueven en rededor de un centro, marcado por la llamada Estrella polar. Antes situada en la constelación del Dragón, y después en una de las estrellas de su vecina constelación, la osa mayor.
Y este hecho procede de la idea existencial, mística, religiosa, o sea, etérica, ausente de razón, de una ley mística, en la que marca un canon. Lo de arriba, lo perteneciente al cielo, es también abajo.
Y es esto lo que ahora vemos en la existencia humana. Lo etérico, lo del reino de las ideas, lo de arriba, es también abajo, pues la realidad física procede de las ideas.
Osea, finalizando este preámbulo. Nuestras leyes actuales, que catalizan nuestras vidas y comportamientos sociales e individuales, pues dictan lo que se puede hacer, y lo que no, a riesgo de muerte o ausencia de vida, que sería la cárcel, procede de unos lejanos sueños evocadores del honor, la justicia, la grandeza y la memoria imperecedera de la vida eterna de los dioses.
Como también, nuestras urbes están diseñadas en pos a una idea mística y milenaria, donde el hombre copiaba la existencia del cielo en la tierra. Dominando así la realidad de sus vidas, a través de un canto constante, lo de arriba, lo celestial o ideal, es también abajo.
Tal vez este prisma sea el catalizador del comportamiento humano actual, donde quema su presente, su abajo, su realidad, en pos a alcanzar su lejano mañana, que es presentado como si procediera de lo alto.
Esto es el círculo del cielo a la tierra, y de la tierra al cielo, que tanto marcó la existencia del pasado del hombre. En sumerio, dioses es dicho por la palabra Anunaki, los que del cielo bajaron a la tierra, en Egipto, también tiene una misma visión, los que del firmamento bajaron, también para la cultura bereber tiene el término Dios, el mismo concepto, Ti, El ojo celestial, o sol, que del cielo baja a la tierra.
Pero que de forma milagrosa, también de ella surge hacia el cielo.

Que el hombre haya conformado un sistema de vida, por el cuál, quema su presente material y físico, en pos a un mañana idealizado y celestial, tal vez sea un recuerdo de los cantos religiosos de estos lejanos ayeres, donde el hombre vivió bajo un prisma, copiar la realidad del cielo, en la tierra. Lo que es arriba es abajo.
Por lo que si halláramos los presentes de nuestro más lejano pasado, y conocieramos los etéricos pasados, que forman nuestro presente, podríamos usar nuestro presente, como el producto de una gran carrera ideológica, donde sería quemado nuevamente para un nuevo ideal, basado en sus anteriores, y tal vez, al no contradecir los ideales que formaron nuestra realidad presente y material, nuestra circunstancias, nuestro yo sería mejor aceptado en nuestra realidad, y nuestros deseos tendrían una materialización más justa, más razonable y real. O sea, combinaríamos nuevamente, lo que Descartes quebró hace siglos.


martes, 6 de diciembre de 2011

DESVELADO EL SANTO GRIAL.

                    GUIÓN - TEXTO PARA DOCUMENTAL






El mito del santo grial, la memoria de Jesús y las leyendas del rey Arturo y sus caballeros, han dominado a lo largo de veinte siglos, la consciencia, el comportamiento, la cultura y las vidas de los hombres y mujeres de toda Europa.
La mezcla que surgió en la religiosidad europea medieval, es un punto de inflexión a través del cuál, todas nuestras vidas se vieron influenciadas. El dolor por la muerte de un familiar y la idea de una mejor vida, en el más allá, modulan drásticamente cada paso de nuestra existencia. Y es hecho, está dirigido por la fe en Dios, marcada por todas las religiones, y cada mandato, orden, costumbre o ley de este Dios o religión, se convierte en algo incuestionable para el individuo. Llegando a modificar su forma de vivir, de comportarse, de amar, de trabajar, de investigar...
la caballerosidad del hombre hacia la mujer, es un claro ejemplo de la herencia cultural que supuso la existencia del culto griálico y artúrico en la medieval europa. También la forma de construcción de los templos, surgiendo el arte gótico fue una materialización de estas ideas. Toda la amalgama de religión, credo post-muerte, leyendas artúricas y bíblica, hacen un cocktail por el cuál, se filtran todas las acciones que el individuo realiza en su vida, tanto de forma directa, como indirecta, al verse afectado el ser, por las circunstancias y realidades que rodea al individuo, las cuáles muchas veces están dominadas por estas herencias culturales,

Son por estas razones, por las que es importante descubrir el origen y la Verdad del credo religioso e histórico del Enigma del Santo Grial.

Los libros medievales del Perlesvaus, de autor desconocido, el Perceval de Chretien de Troyes, Perzival de Wolfram von Eschenbach, o la muerte del rey arturo, de Thomas Malory, son ejemplos de la amplitud de esta corriente literaria y cultural por toda Europa, la cuál marca un canon constante, la caballerosidad como conquista de honores que el hombre ha de retomar en su vida, como la búsqueda del Santo Grial.
El Santo Grial, por formación más popular, aunque no única, es la copa que recogió la sangre que Jesús derramó por el costado, en la crucifixión, tras recibir la lanzada de Longinos. Copa que tomó José de Arimatea, convirtiéndose así en el titular de todo el rito griálico, al traer la sagrada copa, con la sangre de Cristo, a Europa.
De este ideal cristiano, también ha surgido otra visión del Santo Grial. Esta otra forma de lectura, nos indica que José de Arimatea realmente trajo la sangre de Jesús a europa, pero no solo su sangre física, si no su sangre familiar. La descendencia de Jesús, que él tuvo tras los desposorios con María Magdalena. Naciendo así la descendencia griálica, o de Sangre Real. Raíz verbal, de donde procedería el término Santo Grial en lengua francesa, Sang Rial.
La importancia de la descendencia de Jesús, ha causado un revuelo teológico en la actualidad, desde la visión más religiosa que se pueda tomar de ella. Sin caer en otros aspectos, que sí fueron más que importantes en los años en que estos hechos pudieron suceder. En los años 40 y 50 de nuestra era.
Y es que, en aquellos días oscuros, donde la cristiandad comenzó a surgir, hasta llegar a nuestros días, aconteció una historia que dominó este nacimiento religioso, por pocos conocida.
Son hechos incuestionables, que tras la crucifixión y resurrección de Jesús, muchos judíos comenzaron a propagar el mensaje de Jesús, y sus enseñanzas, surgiendo en Israel una comunidad cristiana, llamada la Iglesia de Jerusalén, encabezada por Santiago el justo, hermano de Jesús, y que esta iglesia, según consta en escritos de la época, fue organizada y dirigida por unas personas llamadas “Desposynis”, que significa “Familiares del Señor”.
El obispado de Roma tomó competencia en la expansión ideológica de la nueva religión surgida, y eliminó a la iglesia de Jerusalén, la cuál exigía que toda la cristiandad apuntara hacia tierra santa, y no hacia Roma. Finalmente, la aún Roma imperial notificó ordenes militares, para acabar con los llamados Desposinis, y así limpiar la senda para la egemonía de la actual iglesia católica Romana, que surgió de las sombras de la iglesia de Jerusalén.
El inicio de estas vicisitudes, surgieron en los años 50, en el llamado “Concilio de Jerusalén”, a partir del cuál, se observa de forma histórica la verdadera importancia que supondría la existencia de una descendencia de Jesús. Una línea directa de Desposinis, quienes serían los imnegables Papas de la iglesia Cristiana, la cuál sería situada en Jerusalén. Todo un quebranto para la situación religiosa actual, del papado romano.
¿Porqué las historias del Santo Grial, surgen en la Edad media?.
Es una pregunta pocas veces realizada. ¿Por qué este mito de sangre sagrada, y de descendencias familiares papales, surge mil cien años después al principio de toda su problemática?.
En primer lugar, la visión histórica puede informarnos de una causa principal. La orden militar de matar a toda aquella persona que perteneciera a los llamados Desposinis, y quemar sus libros genealógicos.
En segundo lugar, por un hecho capital. Las cruzadas.
Mil años después, la cristiandad europea estaba henchida de un deseo y de un espíritu, reconquistar tierra santa. Una vez más, la cristiandad no miraba hacia Roma, si no nuevamente hacia Jerusalén.
Se dice que aquella iglesia de Jerusalén, era monástica, y que todas las ordenes monásticas son herederas de aquella inicial, dispuesta por los Desposinis. La orden de monjes militares, del Temple, custodiada por los monjes del Cister, de san Bernardo de Claraval, fueron los grandes impulsores y señores de las cruzadas. Tal vez, para instaurar, como hicieron, un rey en Jerusalén, de descendencia Desposini, como parece que fue el rey franco-merovingio, Balduino, y instaurar una iglesia monástica en Jerusalén, con miembros desposinis, protegida por los templarios. Tal vez fue este el ideal que nunca los libros de historia y caballería, nos ofrecieron sobre las cruzadas, y sobre las supuestas herejías y desconfianzas del clero romano, hacia los templarios.
Pero surge en todo esto un nuevo idilio. ¿Por qué se dice que los templarios perseguían unificar las religiones en una, y que ellos tenían los conocimientos necesarios para hacer de esta empresa, un éxito?.
Esta pregunta, merece un reposado análisis histórico, a través del cuál, advertimos cuáles pudieron ser estos conocimientos, y las causas por las cuáles, las religiones podrían ser unificadas.


PARTE 1. LA UNIFICACIÓN RELIGIOSA.

La orden templaria tuvo una realidad en su vida, que dominó toda su existencia. La ausencia de lugar fijo de estancia, haciendo que el camino, el viaje y conocer el mundo, fuera su realidad más dominante. La orden se expandió desde Francia, hasta Tierra santa y Egipto. Esta expansión militar, trajo con ella la conexión cultural con muchas regiones y culturas distintas, las cuáles eran vistas, estudiadas y juzgadas bajo un solo punto, la ideología cristiana griálica, que dominaba los espíritus de todos los miembros tanto de la orden, como de las cruzadas. Tanto cristianos como musulmanes.
Y fue aquí, donde ellos tuvieron que advertir de primera mano, lo que después la historia con la actual globalización, a conseguido también observar. Las equidades intraculturales, que han existido siempre.
¿Cómo consiguieron estudiarlas y conocerlas?.
La conexión que la orden del temple hizo con la cultura musulmana, especialmente en Egipto, fue el punto de inflexión para estos estudios y hallazgos culturales o teológicos, según se quiera ver. Ya que la expansión islámica, había sido tan grande, que bañaba más de medio mundo. Toda África, Asia y parte de Europa. Principalmente el sur de la península ibérica. Pocos aún se han preguntado, ¿por qué fue el último bastión mozárabe Andalucía, de toda Europa?, ¿ y si no fue un simple hecho militar, como hoy es juzgado?.
Muchos eran los nobles que finanziaban las cruzadas, y muchos eran los sabios quienes idealizaban los hechos y las causas de las cruzadas. También fueron muchos de éstos, los que vieron en esta expansión europea, hacia tierra santa, una reiteración de las campañas de Julio César, y principalmente, de Alejandro magno. Tomando a las cruzadas como un idilio de Helenización europea, hacia tierra santa. Y era este el espíritu religioso de las cruzadas. Cambiar la cultura mozárabe, supuestamente errada, por el credo cristiano. También Alejandro Magno tomó a las culturas conquistadas como salvajes, partiendo del ideal que la cultura griega era la más perfecta, y a la que todo hombre debía de encaminarse, para conseguir bien la perfección, desde el ideal helénico, como la salvación espiritual, desde el ideal cristiano de las cruzadas. Por lo que la orden del temple se mitigó también con los recuerdos culturales de los mitos clásicos, donde el sol y la luna, fueron adorados, como también la sabiduría, como una encarnación de Atenea. Y Jesús fue un Apolo.
Las equidades culturales que hallaron los cruzadas con el islamismo, el cuál ya bebía también de las corrientes orientales de la india, la cuál había sido conquistada, fueron las mismas, que los clásicos sabios habían advertido en sus viajes a Egipto. Hesíodo comparó los dioses egipcios con los griegos, emulándolos en una equidad cultural casi idéntica. Esto volvió a ocurrir entre la cristiandad y el islamismo indú, sin olvidar la pauta principal y más dominante, al hallarse en tierra santa, el judaismo.
El propio nombre de la orden templaria, radica en el corazón del judaísmo, y su adoración al Templo de Salomón.
Cualquiera que lea la Biblia, y después el Corán, advertirá que son libros heredados de la Torá judaica, y narran las mismas historias. Y que el dios yahvé es el mismo dios que aunque llamado Alá, aparece en el Corán, realizando los mismos hechos.
Jesús es llamado Isá, Moisés es llamado Musa, y Dios es llamado Alá. Pero los hechos son los mismos. Pero, gracias a los contactos con la india, que el islan tuvo, junto con Egipto, la orden templaria y los sabios europeos, de espíritus helenísticos, alcanzaron un prisma comparativo más amplio que la permitida por los libros sagrados del monoteismo. Y compararon la Biblia y sus ideales, con los libros egipcios, cananeos, iranies e indios. Y aquí las equidades fueron insultantes para los creyentes fanáticos, surgiendo tal vez las calumnias de herejía.
El jardín de Edén, donde Adán y Eva vivieron, aparece en los textos cuneiformes de Sumeria, los cuáles fueron en el tercer milenio antes de cristo, la fuente inspiradora de las culturas babilónicas, acadias y hebreas. Tal vez, también de la egipcia. Como también el diluvio y el arca de Noé.
Estas equidades, vistas desde los nobles helenísticos de la época de las cruzadas, fueron también comparadas con las culturas clásicas, que ya herodoto en sus trabajos, estudió y realizó. Y el jardín de Edén, se observó como el Jardín de las Hespérides de Hera y Atlas.
El niño recién nacido, tirado al río en un cesto, y que después sobrevive, es la raíz de la historia de Moisés. Pero también es la raíz intuitiva para el indú, de la historia de Radeya, un héroe sagrado de la India, que aparece en el libro sagrado del Mahabarata, como hijo del sol.
Y ya puestos a advertir equidades, Radeya, como hijo del sol, también tenía su raíz egipcia, ya que el dios sol egipcio, era llamado Ra.
La mano de Fátima, hija del profeta Mahoma, para el islam, no era netamente islámica. Si no también era una trascendencia cultural de la presencia en la India, donde la mano simbolizaba a la esposa única de los cinco pandavas. Los cuáles eran simbolizados por cada dedo de la mano, y su esposa, era la palma que los unía como a un solo ser.
Mas el espíritu central de la espansión islámica por más de medio mundo, no se hallaba en tierra santa. El impulsor del gran enemigo de la cristiandad medieval, no surgió desde la enemistad hebrea, si no desde las tribus bereberes del Sáhara. Muy lejos de tierra santa y de Roma.
Y es en estas regiones, dominadas por las cordilleras del Atlas, donde ahora, en el siglo XXI, podemos advertir unos secretos prehistóricos, que dieron lugar a las culturas mediterráneas, que nunca se tuvieron en cuenta. Y tal vez, los templarios fueron conocedores de estos secretos sagrados, para los bereberes, en los días de las cruzadas, y en sus relaciones con el islam.
Hoy día conocemos la presencia de la cultura ibero-mauritana, que surgió en el norte de áfrica, por todo el mar Mediterráneo, tras mezclarse la cultura atariense africana, y la cultura íbera. Hecho que sucedió en el lejano 10,000 a.C., fecha que acontecía el final de la última glaciación, empujando al hombre con cambios climáticos, a moverse por el mundo. Antes de esta fecha, el Mediterráneo era una zona firme, y usada para la edificación de pueblos y ciudades, con subsuelos húmedos, para siembras y lagos de agua dulce, dominados por la cultura ibero-mauritana, como fue el actual Mar muerto. Pero, cuando esta cultura tenía ya más de cinco mil años, en el 4,500 a.C., el derretimiento glacial llegó a su fin, los mares recuperaron las aguas robadas por el frío glacial, y el Atlántico saltó la valla geográfica existente en el actual estrecho de Gibraltar, ahogando a todas las ciudades que habían surgido en la cuenca del Mediterráneo, donde iban a parar todos los ríos de Europa y África. Ríos de agua dulce para la siembra.
La expansión ibero-mauritana del 10,000 a.C., surge por toda África porque el Sáhara, debido al cambio climático que propició el fin de la glaciación, se había convertido en una espesa selva. Y el suelo inerte y ausente de vida, ahora era un vergel que otorgaba todas las necesidades de una vida rica. Esto hizo que los habitantes de España, los cuáles eran de culturas milenarias, a recordar Atapuerca, del 750,000 a.C., o Altamira, del 18,000 a.C., viajaran hacia el sur, saltando el Estrecho de Gibraltar, el cuál aún no estaba ahogado por aguas atlánticas, y dominara toda la zona sahariana y norte de áfrica.
De esta confluencia cultural, entre íberos y atarienses, surge tanto la ibero-mauritana, antes contada, como la Bereber. La cuál se expande a la vez de la ibero-mauritana, pero más al sur, bajo los montes Atlas.
La pintura rupestre del desierto líbico de Tassili, presenta claras equidades con la pintura rupestre íbera, tanto del sur peninsular, como del levante, las cuáles eran herederas de la norteña, donde se dió la pintura de Altamira. Convirtiéndose así esta cultura norteña, en la raíz más ancestral de la cultura ibero-mauritana y Bereber, que como ahora veremos, se convierten en los verdaderos orígenes de la cultura sumeria e india, que son cunas de las culturas conocidas ya por la historia escrita, como Egipto, Grecia, Roma o Israel. Las que dominaron la relación cultural griálica y de las cruzadas.
Platón nos habló de la Atlántida, através de un mito escuchado por Solón en Egipto. O sea, era un mito egipcio, el cuál se repite en la cultura etíope, país situado al sur de Egipto, y en la cultura Bereber, quienes afirman que Ti-hinan, la gran princesa gigante de los bereberes, era una descendiente de los reyes atlantes. ¿Los bereberes adorando a un descendiente monárquico legendario, como en la edad media hacían los cristianos, con el santo grial?.
Una nueva equidad ideológica, en estos dos bandos, podemos ahora pensar. Pero tal vez, no fue una simple equidad ideológica. Pero sigamos con nuestro viaje.
Las expansiones bereberes e ibero-saharianas, llegaron hasta la India, pasando por Egipto y Arabia. Pero cuando el océano Atlántico en el 4,500 a.C. Ahogó a todas las ciudades de la cuenca medieterránea, formándose el mar actual, trajo un nuevo cambio climático, haciendo que el agua salada del Mediterráneo cambiara el sustrato húmedo del viento norteño del Sáhara, y lo que fue durante cinco milenios, una selva, se convirtió nuevamente en un yerto desierto, matando a toda la cultura que allí surgió, y solo los Bereberes consiguieron vivir en aquellas cruentas exigencias de vida, otorgándose el título de príncipes del desierto.
Pero muchos volvieron al norte, de donde todo el movimiento prehistórico había surgido, y muchos otros se dirigieron hacia el este, pues la desertización se inició desde el oeste, y las gente huyendo de ella, llegaron hasta arabia, hasta la cuenca del Tigris y Eúfrates, donde por sus ríos no les tocó la desertización, como a Egipto, que por el río del Nilo, también pudieron subsistir. Y al cobijo de estas aguas, muchos de la cultura ya caída, consiguieron sobrevivir, formando nuevas ciudades que recordaban al gran imperio pasado.
Esta historia da forma a todas las equidades culturales que surgen a lo largo del Mediterráneo y por la india, ya que estas culturas comparten un mismo origen regional. El Estrecho de Gibraltar, corazón último de la expansión islámica medieval, dirigida por los Bereberes.
Ahora podemos ver, que no fue casual que Andalucía fuera el último bastión islámico de toda Europa.
El dios egipcio Amón, se halla en la cultura Wanche de Canarias, de origen bereber, o los carros egipcios se hallan dibujados en piedras saharianas, del 6.000 a.C., cuando Egipto no existió hasta el 3.000 a.C., o la figura del unicornio griego, también está en la pintura rupestre bereber. E incluso los arqueólogos piensan, que la pintura rupestre íbera y bereber, es roja, no por necesidad, si no por culto al ocaso del sol. Haciendo que todas las culturas prehistóricas surgidas de Altamira, tanto la levantina, sureña, ibero-mauritana y bereber, fueran solares. Y es que los bereberes, hoy islamizados, pero que tenían su propia cultura prehistórica, que aún en ideales subsisten, llamaron al Sol Ti, que significa Ojo celestial o sagrado. En Egipto, también se adoró al Sol, el amon wanche fue el dios padre solar de Egipto, el sol Ra dominó como padre de todos los dioses, el panteón egipcio, y en la india, el sol ra se convirtió en el padre del niño que en un cesto fue tirado al sagrado río Ganges, llamado Radeya. Pero este Ti bereber, también tiene su raíz en la Biblia y en el Corán, con la esposa de Adán. Eva, que significa Vida. En los textos sumerios y hebreos, Eva nace de Ti. En Sumer, Ti es una diosa, dama de la vida, y Eva significa Vida. Tal vez hija de la diosa. Pero la Biblia dice que nació de la costilla de Adán, y es que en hebreo, costilla se escribe Tii.
Tal vez el origen fue que Eva era considerada una hija de Ti, y era de sangre Bereber. Al igual que Radeya. Pues es impensable que alguien sea hijo del astro solar. Pero si es hijo de un príncipe bereber... se podría considerar que es hijo del sol, el dios titular de su familia.
También Akenatón, el faraón egipcio considerado hereje para su cultura, que edificó Anarma, se proclamó hijo del Sol, a quien llamó Atón. En el año 2010, un análisis genético de la momia del faraón extrajo que Akenatón era de orígenes cantábricos. Su adn es originario del norte peninsular y de Inglaterra. ¿De Altamira?, al igual que su hijo Tutankamon, nacido de una hermana del faraón, no de una de sus esposas, según confirma el análisis mitocondrial del adn del joven faraón, y último de la dinastía XVIII.
¿Fue Akenatón el moisés bíblico?. Es un hecho aún no demostrable al 100%, pero muy repetido, ya que fue en Anarma, la ciudad de Atón, donde se halló un texto sagrado que recoge al completo el salmo 104 que siglos después, el rey david escribiera, y que se halla en la Torá y en el Antiguo Testamento.
Si Akenatón fue un príncipe bereber o íbero, al igual que Eva, ¿de dónde extrajo el nombre Atón, para el dios Sol?.
Aquí hallamos el punto de inflexión de todo el misterio religioso monoteísta, y de las descendencias familiares sagradas, que es el corazón de toda la Biblia, que narra la historia de la familia nacida de Adán y Eva, de forma cuidadosa y de una exigencia genealógica incuestionable.
Egipto conocía el mito de la Atlántida, y los bereberes afirman que su princesa era descendiente de los príncipe Atlantes.
No podemos pensar que el término Atlántida sea griego, pues no es su origen como podemos ver. Es bereber. Y es en esta cultura, donde hallamos el término sagrado Antal an Ti, que significa por donde el ojo sagrado, (Ti), se oculta o es sepultado. El lugar del ocaso. Tal vez, del término sagrado bereber, Antal n Ti, proceda el Atlantis de Platón. Tal vez la historia platónica, de la civilización ejemplar ancestral, y ahogada por una inundación, y que quiso conquistar Egipto y Grecia, por lo que ambos países se unieron en la antigüedad, para su defensa, fue la civilización ibero-mauritana que pereció en la formación del Mediterráneo, y que su capital estuviese en el sur peninsular íbero, en la zona más occidental. Como ahora National Geografic afirma, advirtiendo los tres círculos concéntricos que Platón describe, en las marismas del Guadalquivir de la provincia sevillana de Hinojos.
Los egipcios tenían un lugar sagrado para sus fallecidos, situado en la ciudad de heliópolis, donde afirmaban que el dios que reinó Egipto, Osiris estaba sepultado. Esta sepultura estaba al oeste de la ciudad. También el valle de los reyes, donde todos los faraones fueron sepultados, está al oeste del Nilo. Siempre Egipto, como cultura solar, miró hacia el oeste, como lugar para la sepultura. Curiosamente, osiris significa Ojo sagrado, el Iris sagrado. Igual que el Ti. Por tanto, la sepultura de osiris, era el Atlantis. El dios celestial, que fallece y resucita al alba, igual que el sol, e igual que Osiris, y que Jesús, quien resucitó al tercer día al alba, y fue crucificado al atardecer. Nos hace crear una referencia, el ideal de un dios rey, o rey sagrado, que muere y resucita , para dar la vida al hombre.
Es este el corazón del Grial, y del rey artúrico. Pero también era el corazón de la india, con el rey llamado Bisma, quien para la alegría de su padre, renunció a su corona, cediéndola al hijo que nacería de la segunda esposa de su padre, ya que su madre falleció, y se convirtió en diosa.
Bisma fue considerado el rey sin corona, y respetado como tal por todos los reyes del mundo, tanto por su benebolencia, como por su sabiduría. Término muy usado en la corriente griálica. El Rey sin corona.
Pero esta mujer que daría a luz a los reyes con corona, la segunda esposa del rey, era hija de un extraño hombre, al que llamaban en la india “El rey pescador”, título recogido en el rito griálico, como el poseedor del santo Grial.
Vemos así, que la india bebió del ideal bereber, del ideal de la Atlántida, con las descendencias de reyes sagrados, y que este origen tal vez fue, el que los poetas medievales advirtieron, para tomar los títulos indúes, para narrar sus obras literarias griálicas, que coincidían también con las palabras de Jesús, quien era un rey sin corona, como Bisma, que era un rey pescador, según las palabras usadas a San Pedro, y que era un rey sagrado que muere y resucita, como el Ti bereber, o el Osiris, también ojo sagrado, egipcio.
Los templarios tenían que estar viendo, que el origen del todo se hallaba en los orígenes bereberes.
Por tanto, podemos pensar que Atón, como idealización divina de un hombre de cultura bereber o íbera, como demuestra su ADN, pudo proceder de la mezcla de la cultura bereber y egipcia. On, era el término egipcio para sol o luz. AT, tal vez venga del término bereber Antal n Ti, Atlantis, recordado en Egipto, como una gran civilización pasada y milenaria para ellos. Pero recordando que era el lugar de la puesta del sol, hora a la que el faraón le rezaba al sol, como también al alba. Por tanto, el sol del ocaso benerado por bereberes y íberos, así como por los ibero-mauritanos que llevaron la cultura solar por todo el mediterráneo y la india, se apoderó de Egipto, bajo el nombre de Atón, At, como ocaso, y On como sol. Atón, es el sol del ocaso, o el sol preparado para su sepultura, como representaban en Egipto al dios Ptah, el Verbo creador de todos los dioses, nombre y idealización, que también convergen con el sol del ocaso del Tit bereber. Sin olvidar que el dios Ptah, era la principal divinidad del primer faraón egipcio, Narmer, y la causa de la escuela que unificaría todos los ritos egipcios, llamada Perj ank, Casa de la Vida. A recordar que Vida en sumerio era Ti. Por tanto en sumerio esto fue llamado Shin-Ti. La casa de Ti. De donde según el mito sumerio, los dioses crearon a Adán y a Eva.
Pero había algo, un lugar secreto, en el pasado, que hoy día nos puede exclarecer muchos mitos. Este lugar está en libia. Las extrañas pinturas rupestres de Tassili, que no solamente sirven de prueba para demostrar el tiempo selvático del Sáhara, o para advertir orígenes culturales de todo el Mediterráneo. Si no para leer unos extraños sucesos, los cuáles dominan todas las historias sagradas del mundo.
La convivencia del hombre prehistórico del 5,000 a.C., con seres que bajaban del cielo en carros de fuego.
El carro de Elías, la torre de fuego y humo del éxodo hebreo, son pruebas ovnis de la biblia, pero también las llamadas Bimas indúes, que eran como aviones pequeños que hacían volar a los héroes de la india, son pruebas de lo mismo. Sumer es la cultura que más nos habla de estas historias, confirmando que sus dioses eran extraterrestres, y que tenían pájaros de metal y fuego, y lugares de aterrizaje.
La biblia nos dice que los hijos del cielo vieron que las hijas del hombre eran bellas, y del cielo bajaron para secuestrarlas y tomarlas, naciendo de ellas los gigantes y héroes de la antigüedad.
En Tassili hay una pintura rupestre, del sexto milenio antes de cristo, que recoge a un ser con alcafandra, como un astronauta, el cuál tiene presa a tres mujeres que las dirige hacia un lugar circular, tal vez la nave, y que después estas mismas vuelven en cinta. Los nacidos de estas uniones, como la bella Helena de Troya, eran considerados semidioses y reyes divinos.
¿Está aquí el origen de la dinastía de los nacidos de vientre virgen, tan reiterados por los mitos religiosos, como Jesús, Horus, Samson, Helena o Radeya?.
Curisamente el esqueleto de la princesa bereber, Tihinan, que está en el museo del Bardo, en Argelia, es de más de dos metros.
Tal vez existieron los gigantes y los titanes que son mencionados por los griegos y romanos. El propio Goliat bíblico, también era un gigante de la familia de los Rafaelitas. Advirtiéndose así que también los gigantes tenían una genealogía cuidada.
¿Atlántida y extraterrestres en el mito medieval del Grial?. ¿Qué puede haber de verdad en todo esto, que ahora se nos presenta como una fábula, cuando al principio, el mito griálico se presentó como un movimiento religioso y político medieval y cristiano?.
¿Se basaron las cruzadas, usadas para el resurgir de la iglesia de Jerusalén, en mitos fantásticos de arenas movedizas, y hace que todo sea una falacia?.








PARTE 2 PREGUNTEMOS A LA CIENCIA SOBRE LOS MITOS

Para discernir todo esto, debemos ahora de dirigirnos a la ciencia, que es la única que nos puede trazar una senda que todos consideremos real y creíble. ¿Hasta dónde el milagro es ciencia, por cuanto real, y no obedece a la imaginación de los temores existenciales del hombre, sobre la muerte y padecimiento de la vida?.
El primer de los misterios que se estudiará, será el de los gigantes. Aquellos que nacieron por la unión de las mujeres con los hijos del cielo. Nombre extraño éste, que la Biblia da, para los que del cielo bajaron, pues por la cultura sumeria eran hijos del dios Anú, traducido por cielo, el nombre Anú, y en Grecia, todos los titanes eran hijos de Gea y de Urano. De la tierra, Gea, y del cielo, Urano. Nombre el de este titán primigenio, Urano, que no podemos de dejar de relacionarlo con la ciudad caldea y sumeria de Abraham, Ur. Haciendo que Urano, sea el Anú de Ur, el cielo de Ur sumerio. Ur-anú, daría Urano.
Parece que todos los mitos antiguos que nos hablan de gigantes, comparten la misma visión, los nacidos por la unión del cielo y la tierra. La ciencia hoy día, nos dice que el gigantismo es un problema de la glándula del crecimiento, llamada Hipófisis. Pero..., ¿hombres que bajaban del cielo para violar a las mujeres?
¿Ovnis, extraterrestres y dioses físicos, con alta tecnología, llegados desde las estrellas?.
Uno de los hechos más afamados y acuciantes de este misterio, es el ofrecido por los dogones de Mali. Tribu indígena, del país africano, quienes afirmaron en el siglo IXX, a un periodista francés, que deseaba escribir un artículo de antropología, de las tribus africanas, que sus dioses procedían de la estrella Sirio, la cuál tenía tres luceros, no uno como se observa desde el firmamento, y también al periodista le dieron datos exactos sobre los movimientos celestes de los tres cuerpos estelares de sirio, y de sus recorridos geométricos y temporales.
Hasta mediados el siglo XX, la nasa con sus grandes telescopios, no advirtió el tercer lucero que los dogones indígenas de Mali, afirmaban. Curiosamente, ellos narraron a aquel periodista parisino, que el contacto con aquellos seres que procedían de Sirio, aconteció en el año 1.100 de nuestra era. La era de las cruzadas.

Egipto, Etiopía, y muchas culturas hablan de Sirio y de Orión, como los lugares estelares de donde procedían sus dioses.
Hasta el siglo XX, hablar de extraterrestres era un mito de ciencia ficción. Hoy día, que el hombre ha llegado a la luna, domina los secretos de la física cuántica del universo, ansía llegar a Marte, y sueña con una conquista planetaria, a partir del descubrimiento de planetas celestes como el nuestro, hallados en el año 2010, la idea de la convivencia extraterrestre se nos presenta hoy día, como algo más creíble que en antaño. ¿Pero... qué interés podrían tener estos que de otros planetas llegaban, con las mujeres del hombre?, ¿por qué dicen los mitos que el hombre fue creado por uno de estos dioses, contradiciendo la regla de la evolución de Darwin, tan aceptada y respaldada por la ciencia?.
Volviendo a la razón que marca la ciencia, debemos ahora de asentar unas bases de la consciencia del tiempo de vida en la tierra. El cuál es centenares de veces mayor que la consciencia temporal que la historia nos tiene acostumbrados a retener en nuestra mente.
La historia nos narra los acontecimientos surgidos desde Sumer, al tiempo presente. O sea, desde el 3.000 a.C., hasta hoy día.
Pero la historia planetaria de la antropología y la historia de la biología planetaria, nos traza unos parámetros tan enormes, que la consciencia histórica queda en un mero olvido.
El mundo existe desde hace ya millones de años.
La última extinción de vida, a gran escala, se saber que aconteció hace cincuenta millones de años, con la extinción de los dinosaurios.
El hombre surgido como especie en evolución, del mono, existe desde hace más de dos millones de años. Pasando por varias etapas, el hombre actual, el Sapiens sapiens, existe desde el 200.000 A.C. Con su misma morfología, tanto física como craneal y cerebral.
Teniendo este cuadro presente, ahora nos dirigimos a los escritos ancestrales de las culturas del hombre. Culturas que son del tres mil antes de Cristo, y del ocho mil, como es la bereber o la indú.
Estas culturas nos narran una idea sobre la estructura del tiempo histórico, no contemplada por la historia actual. Y es la idea de las eras del hombre. Los mayas, los griegos, los incas, los indúes, los hopis de norte américa, los egipcios y los sumerios, nos narran la historia de la humanidad, a través de periplos temporales, que inician su existencia y finalizan, como si fueran seres vivos, tanto con su nacimiento y muerte, como con sus características de vida, las cuáles se implantan en la realidad que rodea al hombre que vive en dicha era.
Los indúes nos hablan de la era de kali, iniciada en el tercer milenio antes de Cristo, y que finaliza en el 2012 de nuestra era, siendo característica fundamental en esta era, la presencia del espíritu de la diosa indú KALI, diosa de la guerra. Realmente, la historia del hombre, desde el tercer milenio antes de nuestra era, hasta ahora, está bañada en guerras, conquistas e imperios.
También la cultura maya, nos habla de la misma era, y de las mismas fechas, tanto de inicio, como de final.
El misterio surge, cuando contemplamos la historia oficial, la cuál también inicia sus pasos en el tercer milenio, milenio en que surgieron sumer, Egipto, incas, accadios... Antes a estas épocas, el hombre, para la historia, era un ser prehistórico, de comportamientos salvajes, con vida nómada.


Yo me pregunto:
Si el hombre actual, inició sus pasos civilizadores en el 3,000 a.C., y en nuestros días, o sea, en 5,000 años, ha llegado a conquistar la luna, ver el universo, conocer la genética y la física cuántica..., desde una cabaña con techo de paja, que era la vivienda sumeria, del tercer milenio, ¿cómo el mismo ser, con las mismas capacidades físicas y psíquicas, no hizo nada en 197,000 años de existencia?. A recordar, que el Sapiens sapiens, el hombre actual, existe en la faz de la tierra, desde el 200,000 a.C.
Si en cinco mil años, hemos hecho esto, alguna civilización humana, que iniciara sus pasos prehistóricos de Sumer y Egipto, en el 200,000 a.C., hoy día en comparación nuestra, habría conquistado nuestra galaxia. Tendría cuarenta veces más, a lo que hoy nosotros como civilización hemos alcanzado. Pues son las veces que cabría en su existencia, los cinco mil años de la nuestra.
También uno se pregunta, ¿si del mono, el hombre desciende, por evolución natural, pudo descender alguna especie inteligente y bípeda, de los dinosaurios, hace cincuenta millones de años?. En comparación al mono, los dinosaurios sufrieron el peligro de la extinción, no pudo esto afectarles para una evolución, tanto o más, que las posibles circunstancias climáticas que afectaron al mono, para evolucionar hasta el hombre actual?. Si diéramos riendas sueltas a nuestra lógica, la civilización surgida del dinosaurio, habría ido más allá de los confines de nuestro limitado universo, con cincuenta millones de años de existencia.
Por tanto, a sabiendas que si el hombre actual desaparece, todo lo hecho por él, sus ciudades y fábricas, toda nuestra huella de existencia, sería tragada por la naturaleza, en tan solo cincuenta años, borrando nuestra existencia de más de 5,000 años, ¿por qué no pensar en civilizaciones pasadas, de eras temporales, anteriores a la nuestra, como indican los mitos, y que ahora no podemos alcanzar restos alguno, de su existencia, como tampoco si la nuestra llegara a su fin, se podrían rescatar?.
En esta visión temporal, tanto de la humana, con sus 200,000 años de historia, como de la no humana, surgida del dinosaurio, con más de 50 millones de años, podemos contemplar de forma más severa, una realidad que se repite en los mitos del pasado, la era dorada de los titanes, en la que los hombres convivieron, la era plateada de la Atlántida, y de los héroes, o la presencia de hombres que por ser iguales al actual, en fisionomía, bajan de los cielos, para yacer con las mujeres, o de dioses que bajan de los cielos, como indican China, India, sudamérica y sumeria, con forma de reptiles y dragones. Como lejanos descendientes de los dinosaurios.
Y todo esto, desde un prisma muy simplista. Ver a este planeta, como único en todo el universo de generar vida o evoluciones. Si esta misma estructura se contemplara para todo el universo, y posibles estrellas que pudieran generar vida como en el planeta tierra, sería la porción estadística de realidad para estos mitos, casi del 99%.
La ciencia nos habla de una pista, sobre la evolución del dinosaurio. Sí, digo bien, del dinosaurio. Hace 50 millones de años. Tal vez no se extinguieron.
Y es ahora, cuando nos adentramos en las raíces más profundas del Grial, de la Religión, del misterio y de la existencia.


PARTE 3 EL CEREBRO DEL HOMBRE. EL ALMA.

Paul MacLean, médico norteamericano y neruocientífico quien falleció el 26 -12 – 2007, es el autor de la teoría evolutiva del cerebro triple. Paul MacLean propone que el cerebro humano fue en realidad tres cerebros unidos por la evolución. El reptiliano, el sistema límbico y la neocorteza.
El cerebro reptil regula los elementos básicos de supervivencia, siendo compulsivo y estereotipado.
El cerebro paleomamífero, del sistema límbico, es el causante de añadir la experiencia actual y reciente a los instintos básicos del cerebro reptil. Osea, el sistema límbico permite inter-actuar con los elementos del mundo exterior, a los impulsos básicos procedentes del cerebro reptil. Por ejemplo, la adulación y la atracción sexual, con el genero opuesto.
El cerebro neomamífero, o la neocorteza, regula las emociones de las percepciones e interpretaciones del mundo inmediato. Por ejemplo el amor. Siendo éste la idealización del ser humano, ya que el resto de animales, al no tener la neocorteza, no adquieren esta capacidad en los sentimientos.
Esta es la teoría del neurocientífico Paul mclean. Hoy día, aún respetada.
Por tanto, si la parte más pequeña de nuestro cerebro, que pega al tallo cerebral, es una herencia reptil, y se halla en todos los animales, podemos advertir que los dinosaurios tal vez no se extinguieran de forma tan radical. Y que pudieran haber evolucionado como nosotros, o tal vez, nuestro cerebro reptiliano, sea una prueba de un cierto parentesco con ellos, y su evolución somos nosotros. Aunque esto parezca un disparate, es posible.
¿Pudieron existir dioses espaciales, con forma reptil, que bajaran a nuestro planeta, para dominarlo, e incluso, crearnos?.
Si el dinosaurio evolucionó hacia una entidad bípeda y sapiens sapiens, como nosotros, tal vez esto que los mitos sumerios, indios y chinos narran, fueran veraces. Y si lo son, según podemos leer en ellos, este ejercicio evolutivo de especies, tuvo que acontecer en el 200.000 a.C., que es la fecha en la que apareció el sapiens sapiens, en la faz de la tierra, con su idealizado “Eslabón perdido”, que lo deshereda del cromagnón, y de las razas prehistóricas homínidas.
Surgiendo un bastión para la teoría creacionista reptiloide, que proponen las culturas ancestrales. ¿Está en nuestro cerebro la prueba científica de los dogmas religiosos, que las culturas ancestrales, como fuentes culturales e inspiradores, a las actuales religiones, proponen?.
Hemos estado viendo, que los saberes y las consciencias de las culturas, parecen que proceden de tiempos más remotos que los narrados por la historia. Y según estos mitos, y la visión a-temporal de la existencia humana, y de la vida en la tierra, está la historia fragmentada en eras, donde el hombre en cada una de ellas, había alcanzado cotas de sabiduría y desarrollo mucho más notorias, que las narradas por las historias del hombre primitivo. O que convivió con civilizaciones de desarrollos científicos y tecnológicos, tan avanzados, que fueron divinizados.
Pero surge ahora una paradoja dogmática, que hasta ahora, ninguna religión ni teólogo ha solventado.
Si dios es omnipresente, es un no creado, ¿cómo necesita medios tecnológicos y físicos para sus fines, o porqué tiene comportamientos humanos?.
Ejemplos al respecto de la ausencia de característica etérica o espiritual del dios de las religiones, no faltan. Un carro de fuego, para ascender a los cielos a Elías, la presencia de profetas o enviados físicos y corpóreos, al hombre, para recordar, enseñar o hablar de la presencia del que nadie ve, o actos envidiosos y egocéntricos, como ordenar un diluvio, donde todo el mundo muere, porque nadie adora al dios, son algunos ejemplos de poca espiritualidad, y de contradicciones en las características etércias o celestiales de la entidad divina.
¿Qué ocurrió en todo esto?.
La respuesta a esta paradoja, la podemos conformar en rededor de los versos del poeta persa, Rumi. “Cuando muera, volaré con los ángeles, y cuando muera para los ángeles, lo que seré no podéis ni imaginároslo.”
los versos de este poema mistérico, son inspiradores para nuestro trabajo, porque proceden de un poeta persa, siendo persia un imperio que conquistó toda la basta extensión de la antigua Sumeria, y vivió de sus culturas. Por tanto, se puede leer en estos versos, que en la cultura persa, así que en la sumeria y en la babilónica, los dioses eran una parte de la creación, pero que había realidades divinas más allá de su presencia. No eran el final de toda existencia, como la religión monoteísta actual nos enseña.
Los griegos también tenían este ideal, al afirmar que los dioses temían a las parcas, las hermanas que dominaban la muerte, y a los hados del destino, los cuáles se hallaban por encima de los dioses, quienes éstos eran lectores y esclavos de sus designios.
También en los textos sumerios, advertimos este ideal, cuando el dios Marduk pregunta a un astrólogo cuándo llegará su tiempo para reinar, pues haga lo que haga, sus acciones serán en balde, para tomar el trono, que ostentaba su tío Enlil, hasta que no llegase su tiempo.
Enlil se hacía fuerte en su trono, sabiendo ésto. Pero también temía el final de su tiempo, que significaba el principio del reinado de su sobrino.
También igual lectura hacían los griegos con la profecía de los titanes, que un hijo nacerá para destronar al padre. Así sucedió con Cronos, que destronó a Urano, y nuevamente sucedió con Zeus, que destronó al titán Cronos. Todos estos actos, profetizados por los hados del destino.
Pero el poeta nos habla de una realidad acuciante en todas las religiones, la existencia de vida tras la muerte. Hablar de esto, es hablar del Alma y del Espíritu.
En Egipto el culto a la muerte era dominante en toda su existencia, llegando a un perfeccionamiento fúnebre no alcanzado por ninguna otra cultura, con la momificación, arte bereber, previo al nacimiento de Egipto, y las edificaciones fúnebres según orientaciones astrales, por ejemplo las pirámides de Giza, están construidas según la constelación de Orión y Sirio.
¿Puede la ciencia vislumbrar algo sobre una existencia de vida, tras la muerte del cuerpo, como las religiones del mundo entero, nos informan?. ¿Existe el espíritu o el alma?.
Los estudios más asombrosos sobre este parecer, los hallamos en la india, y en el gnosticismo precristiano, que tanto tuvo que ver, con el mito griálico y la iglesia de Jerusalén, con los primeros cristianos, quienes identificaban al Cristo como una entidad etérica, que se había adentrado en el cuerpo de Jesús.
Es el doctor catalán Joaquín Fuster, neurocientífico, quien nos pone en la senda científica de la existencia del alma del individuo.
Su teoría se basa en afirmar que los conocimientos adquiridos por el hombre, a lo largo de su vida, a la vez de sus recuerdos, o sea, todos los datos cerebrales que conforman la identidad del individuo, no están almacenados en las neuronas cerebrales. Es más, en ellas, no hay nada almacenado. Ningún recuerdo, ningún dato. Son meras transmisores de sinapsis o golpes eléctricos entre ellas.
Esta energía surgida por las millones de sinapsis que acontecen constantemente en nuestro cerebro, es retenida en nuestra cabeza, como una gran red energética llamada manto cerebral, que rodea al cerebro.
Es en este manto energético, donde se guardan realmente toda nuestra consciencia. Es por esto, por lo que el enfermo de alzeimer, que sufre la muerte de sus neuronas, no consigue recordar ni reconocer el presente, porque no hay sinapsis que genere la información en el manto cerebral, pero sí recuerda a la perfección, como en momento presente, su niñez, dato que se halla en su cabeza. Todo los científicos se preguntaban, que si el dato estaba en la neurona, ¿por qué seguía en el recuerdo del paciente de alzeimer, que tiene su neurona muerta?. La respuesta la da el neurocientífico Joaquín Fuster, con su teoría del manto cerebral.
Y claro, si nuestra identidad, neustra alma, es este manto cerebral, que la ciencia nos presenta ahora, debemos de realizar una siguiente cuestión a la ciencia.
¿Qué ocurre con esta energía, cuando el cuerpo fallece?, porque hemos visto con el alzeimer, que aunque las neuronas fallezcan, la energía, o sea, los recuerdos y la identidad del ser, no desaparecen.
La física nos dice que la energía ni se crea, ni se destruye. Solamente se transforma. O sea, si nuestra identidad es un campo energético, donde se guardan todos nuestros recuerdos, podemos afirmar, según la ley física, que el manto cerebral o alma para la religión es imperecedera. Si es así, ¿qué ocurrirá con esta energía, que es la identidad del ser individual, cuando el cuerpo fallece?.
Según los cultos religiosos del hombre, tras la muerte acontece algo, que se repite en todos ellos. Una existencia la cuál en un principio, está dominada por unas pruebas o periplos.
El libro de los muertos de Egipto, nos habla de once puertas que el alma ha de pasar, hasta llegar al reino de Ra. Al igual que el libro de las puertas, usado por la dinastía 18 y 19 de Egipto, dominada por la presencia de Akenatón, el faraón con adn cantábrico, y su recuerdo. Por lo que podemos afirmar, que el libro de las puertas fúnebre, y el de los muertos, pudo ser de origen bereber, ibero-mauritano, o atlante. Que vendría a ser lo mismo, si entendemos por atlantis, como la región occidental, por donde el sol se oculta.
La idea que propone el poema persa de Rumi, de una muerte física, y una posterior muerte angelical, para alcanzar así una vida inimaginable, se puede unir de forma fácil, con el ideal indú y búdico del Nirvana. La gran iluminación.
Y es aquí donde nos adentramos en el mundo de la física cuántica y la afamada Teoría m de las cuerdas.
La teoría que se exige explicar toda la creación, tanto de lo pequeño como de lo grande, en una única visión y fórmula matemática.
De ella se extrae que hay realidades paralelas en nuestro universo, exactamente once. Las mismas puertas que el fallecido debía de pasar, en el libro egipcio de los muertos y de las puertas.
¿Nos estará identificando el libro de los muertos, una realidad de física cuántica, de lo que le ocurre al alma del fallecido?.
Responder a este parecer, es una temeridad en los abances en los que la ciencia hoy se halla.
Pero afirmar que lo llamado Alma es energía, no lo es. Afirmar que la energía se expande por canales de su misma naturaleza. Tampoco lo es. Y afirmar que la teoría de las cuerdas se corresponde con una visión energética de todo el universo, y que son estas cuerdas de energía, las causantes de toda la creación, tampoco es una temeridad.
Y que en nuestro universo hay realidades paralelas, en nuestro mismo lugar y tiempo, tampoco ya es nuevo. Esta consciencia científica la tenemos desde Einstein.
Pero... lo que sí es nuevo, es el estudio sobre las energías de la gravedad.
Una energía de comportamientos tan extraños, que si caigo desde un rascacielo tiene la fuerza suficiente, no solo para devolverme a la tierra, si no que lo hace con una virulencia que mi cuerpo no puede ser salvado, llevándolo a la muerte porque rebienta el cuerpo con el porrazo. Pero que diariamente vencemos a esta fuerza, andando, o levantándonos de la cama.
¿Cómo algo que venzo diariamente, me puede matar?. ¿Es fuerte la gravedad para algunas cosas, y tan dévil para otras?.
Su comprendimiento exacto aún no se ha alcanzado. Desde los días de Leonardo Da Vinci, el hombre se pregunta por la gravedad. Newton consiguió cuantificarla. Pero Einstein consiguió advertir una nueva realidad sobre ella, y la teoría de las cuerdas nos ofrece un dato esclarecedor.
La fuerza de la gravedad es muy fuerte, tanto como para mover planetas enteros, en rededor del sol. Pero su gran fuerza, cuando no es necesaria, por así decirlo, pasa a otro universo paralelo. Y es cuando no notamos esta atracción tan grande, que atrapa a planetas enteros.
O sea, através de la teoría de las cuerdas, vemos que el universo está unido en un solo cuerpo de vibración energética, y que la gravedad viaja de una realidad a otra, de nuestro mismo universo. Por tanto, ¿puede ocurrir esto con la energía de nuestro manto cerebral?, ¿acaso está adherida a nuestro cerebro, por una especie de gravedad, mientras vivimos, y después, tras fallecer, esta gravedad no ejerce fuerza alguna sobre este manto, y permite su salida del cuerpo?.
Si es una energía gravitatoria, la de este manto cerebral, y eléctrica, como lo es la gravedad, podríamos ver como lógico el viaje a realidades paralelas o universos paralelos, como la gravedad hace a través de las cuerdas de nuestro universo.
Y claro, el mito nos habla de once puertas, hasta llegar a la iluminación, el Nirvana. Y la teoría de cuerdas nos habla de once universos paralelos. La conclusión puede ser personal y fácil de hacer.
¿Existe el Nirvana o Reino de los cielos?.
Krishna, en el 3.102 a.C., afirmó a la india, “Soy el señor de los millones de universos”. Hasta el siglo XX, creíamos que nuestro universo era ilimitado y único. Ahora, con la física cuántica, y Stefan Hawkin, se afirma que nuestro universo está en expansión, siendo limitado, y existe en un gran espacio energético, donde hay millones de universos, tanto en formación, existencia y destrucción, constante.


PARTE 4.

 ¿Qué ocurrió, según los mitos, para que lo etérico y espiritual, quedara atado al recuerdo de los dioses físicos y extraterrestres?.

Podemos leer en el poema de Atrahasis, la creación del hombre a manos de los dioses reptiles que bajaron de los cielos, en el 200.000 a.C. Llamados Anunakis. Los que del cielo bajaron a la tierra. El poema nos narra una extraña historia, considerada mito, ficción, pero que la ciencia puede volver a ser un aliado inestimable, para extraer una visión más comprensible de los hechos narrados.
El poema dice que los dioses realizaban trabajos arduos y duros, para dominar la naturaleza libre que existía en el planeta. Estos arduos trabajos, según otros textos pudieron ser la extracción de oro, de las minas que hallaban, ya que era la causa principal que les trajeron al planeta.
Un día, 3,600 años después de su llegada, los dioses cansados de la dureza del trabajo, quemaron sus herramientas y se pusieron ante la puerta del dios Enlil, quien gobernaba la tierra, tras haberse enfrentado a su hermano Enki.
Dice el texto que Enlil con la revuelta, convoca a los grandes dioses, a su padre Anú, dios del cielo, y a su hermano Enki, el dios sabio de las aguas dulces. Reino al que fue retirado por Enlil, tras vencerlo apoderándose así del dominio de la tierra, que antes Enki tenía.
Lo extraño, y pocas veces narrado, es lo que aconteció en mitad de esta protesta, entre los dioses.
Enki, el dios sabio de las aguas dulces, dijo:

¡Belit-ili la diosa madre (diosa matriz o diosa de utero) está presente,
Dejad a la diosa madre crear al descendiente,
y dejad al hombre llevar la carga de los dioses!”
Esta diosa sería llamada también Nin-Ti, Dama de la vida, y sería la esposa de Enki, el señor de la tierra, y el dios sabio de las aguas dulces. Pero, es lo siguiente que narra el poema sumerio, lo poco trascendido a los estudios, y lo que se convierte para nuestra investigación, en un punto de inflexión que unifica toda la visión mítica de la religión y del Santo Grial. Lo etérico y lo genealógico.

Los dioses que otorgaron la solución al problema del duro trabajo, creando al hombre, para esclavizarlo, realizaron su labor a partir de un extraño hecho. Los dioses menores que se quejaron por el duro trabajo, debían de escoger a uno de ellos, para ser sacrificado, y con su carne y sangre, mezclados con barro, Enki y Nin-Ti, llamada en el poema Belit ili, crearían al hombre.
Fue un dios sabio menor, llamado Geshtu-E, quien es sacrificado, para a partir de su cuerpo y sangre, crear al hombre. ¿Pudo ser este acontecimiento, lo que generó el llamado “Eslabón perdido”.?
La historia de este dios menor, de nombre Geshtu-E, poco conocido, puede bien ser tomada como la causa principal del credo griálico, y de toda religión espiritual y etérica.
Sobran las comparaciones teológicas con Jesús y otros dioses salvadores, a través de su muerte, y del sol que nace y muere, derramando su sangre roja, en el firmamento. Como si fuera una señal divina para el hombre, de su verdadera procedencia. De su verdadero padre.
Pues según este mito, todos los hombres proceden de la sangre y carne de este dios sacrificado, que derrama su sangre, para crear la vida del hombre, y salvar la vida esclava de los dioses menores.
Jesús en la última cena, cuando repartió el cáliz, que es tomado después como grial, para recoger su sangre en la crucifixión, afirma que el pan es su cuerpo, y el vino su sangre. Que son presentados en la eucaristía griálica. ¿Cuerpo y sangre, pan y vino, como la sangre y carne que los dioses pidieron del dios Geshtu-E, para la creación del hombre?.
El esperimento se realizó según el mito sumerio en un lugar llamado Shin-Ti, Casa de la Vida. El lugar era donde el dios Enki vivía con su esposa Nin-Ti, junto a los abismos acuíferos. Estos abismos acuíferos, probablemente fueran las aguas del Atlántico. Y si esto fue así, y el sol oscurece por estas lindes occidentales, es normal que quedara grabado en la memoria de la raza nueva, los acontecimientos del sacrificio del dios Geshtu-E, y el lugar de los hechos, el Atlántico de la Shin-Ti.
Llegados a tal cuestión, y profundizando en el personaje mítico sumerio llamado Geshtu, raíz de donde puede proceder el nombre de Jesús, hay que preguntarse dos cuestiones íntimas del dios sacrificado. ¿Qué ocurrió con su Alma, su manto cerebral, y qué información genética transmitió al hombre creado, a través de su carne y sangre?.
A esto aún la ciencia responde “No sé”, al menos ahora es legal. Antes se reiría por tal pregunta.
Pero, si nuevamente nos ponemos el disfraz de aventurero científico, y usando la lógica y la razón, unimos ciertos puntos, tal vez consigamos ver un trasfondo mítico, real, y sobre todo, inesperado.
A través de la herencia familiar, los hijos toman rasgos y comportamientos de sus ancestros, no solo de sus padres. Se dice, que la tercera y quinta generación, es la más parecida.
El mito sumerio narra que el dios Enki se encaprichó con dos humanos en especial, llamados Adán y Eva. En Sumer aparecen con el nombre de Adama y Ewa. Pero no se esplica la causa de sus sentimientos. ¿Por qué los trató de tal forma, que consiguieran el estatus de dioses?.
La raza humana, según el mito sumerio, desciende de los genomas de Geshtu-e, ¿pudo aparecer algún humano, que recordara al dios fallecido, por su transmisión genética?.
Pudo ocurrir perfectamente, y sería este hecho una causa razonable, para que los dioses se encariñasen con este humano en especial, por encima de los otros. Era como una encarnación del dios Geshtue.
Pero.. hablamos solo de herencia genética. La cuál modula y forma el cuerpo físico. El cuál, durante la vida, es dirigido por el cerebro. Observándose que tanto cerebro como ADN, mantienen un mismo trabajo funcional, dirigir el cuerpo físico, la materialización energética, como diría un físico cuántico de las cuerdas.
Si el manto cerebral es energía eléctrica cerebral, y las proteínas del ADN, tienen energía programada para la formación del cuerpo, o sea, información, al igual que la energía del manto cerebral. ¿Es posible que ambas energías, a través de la red de las cuerdas, se atrajeran?
Si através de la genética, hallamos una heredad física y fisionómica, a un ancestro, y ésta puede adherir a ciertas cargas energéticas, que pululan por el eter, según afirmaba Carl Yung, con su visión del Registro Akásico. ¿Podríamos estar ante la visión científica de cómo funciona la reencarnación?. Si así fuera, explicaría de forma razonable, no solo el credo oriental de la reencarnación, si no los trabajos meticulosos de geneaologías mantenidos desde antaño, por ciertas casas reales deificadas, como la bíblica Adán y eva, o la faraónica o la Bereber, con su princesa descendiente de los príncipes atlantes.
Por lo que uno ahora debe de preguntarse, ¿A través de la genética familiar, y de conformar un enlace genético lo más parecido al de algún fallecido, podemos atraer así al manto cerebral del fallecido, por equidades energéticas o de información de recuerdos, para una perfecta y controlada reencarnación?.
Si así fuera, se entenderían los tratados genealogicos sagrados, y las dispares repeticiones de presencias divinas, que pululan por todas las culturas, de dioses con cuerpo de hombre con un mismo mensaje y unos mismos hechos. Lao Tze, Jesús, Sócrates, Horus, Krishna, Quetzacoalt, y un largo etc.
¿Fueron éstos los puntos álgidos, de herencias genéticas, que captaron el manto cerebral del dios sacrificado Geshtu-E, que sería lo que los gnósticos llaman la presencia Crística, y el genoma heredado por toda la humanidad del sacrificio de este dios, para la creación del hombre, lo que Paulo de Tarso llama el Cristo interior?.
Si fuera así, entendemos el mito del Grial, desde una trascedencia familiar, genealógica, por cuanto física, y como una trascendencia divina y etércia, que trasciende la existencia terrenal, a la del espíritu, como captaciones de la energía cerebral o alma del dios fallecido.
Y de este recuerdo o búsqueda sagrada milenaria, de toda la humanidad, surge el sacrificio del dios, y el acto sagrado de la eucaristía, de recoger su sangre en el cáliz dador de vida. Pues hay que recordar que no es la eucaristía un hecho cristiano, si no milenario. Abraham tomó la eucaristía a manos del extraño personaje llamado melkisedec, tal vez una visión del dios Gestu-E, en los ritos de Isis y Osiris, o en los ritos griegos de eleusis, el pan y el vino eucarístico eran centros de ceremonias secretas y espirituales.

lunes, 5 de diciembre de 2011

EQUIDADES INTRA-CULTURALES

LA TEOCIENCIA

El humanismo marcó un punto de inflexión en la ciencia del existencialismo, al poderse tomar los textos sagrados como obgeto de estudio e investigación, y no como obgeto de adoración y quietud. Grandes nombres surgieron de este movimiento, en un principio literario e idealista, como el español don Miguel de Hunamuno, quien llegó a escribir en un convento francés una obra ensayo, titulada “la agonía del cristianismo”. El propio Salvador Dalí no quedó ausente de participación en esta realidad o juego, cuando pintó su crucificado fallecido, y subiendo a los cielos. Para así identificar que Dios ha muerto, y solamente queda el hombre por el hombre. Ideal que promovió y a su vez fue promovido, por los abances tecnológicos y científicos que el hombre comenzaba a alcanzar. Edificando un siglo XX, que ha pasado a la historia como la fracción de tiempo más rica en desarrollos tanto tecnológicos como científicos. La vida del hombre en el siglo XX cambió radicalmente, como también en el siglo XV y XVI ocurriera con la aparición del renacimiento, saliendo de la Edad media.
            La ciencia y la sabiduría se puede comparar con un gran jardín de florestas. Mientras más flores se hallen plantadas en el jardín, más polen pulula por el aire, y mayor será el nacimiento de nuevas florestas selváticas. Mientras que si en toda la extensión, solamente hay una o dos flores, menor será la floresta del próximo año, si es que la hubiera.
            También con el dinero y la riqueza, la ciencia es comparable, pues el dinero llama al dinero.
            Por tanto, mientras mayor sea la porción de ciencia y sabiduría que el hombre conquiste, mayor será la velocidad y las conquistas que el hombre conseguirá en su existencia. En la edad moderna, el hombre solamente tuvo la memoria de los alquimistas y teólogos, a partir de la cuál, surgió un Isaac Newton. Pero también es verdad, que sin él, los Maxwel o los Einsteins no hubieran jamás existido. Ahora, en el siglo XXI, guardamos una larga lista de sabios, de teorías finalizadas, y de teoremas por acabar. Realizando una proporción, el siglo presente se alza como un tiempo que pasará al record de la historia de la humanidad. A la larga lista, se les están uniendo brillantes mentes, como el afamado científico físico Steffan Hawkins, quien ha finalizado la teoría del Todo, que Einstein dejó inacabada, hallando una explicación al Todo, en la creación del universo, llamada Teoría de cuerdas. La cuál promete cambiar el comprendimiento de toda la existencia de nuestro universo, y de nuestra realidad.
            De una única realidad palpable, confirmada por Isaac Newton, a partir de la cuál emerge la ciencia, hemos pasado al reconocimiento científico de la existencia de otras realidades paralelas en nuestro mismo universo, tanto en espacio como en tiempo al unísono. Llegándose a afirmar por Einstein que existían 7 realidades paralelas. Pero que ahora este dato ha aumentado hasta once realidades paralelas.
            En la edad media, los alquimistas trabajaron siglos y siglos, en un deseo o logro científico, que se presentaba como divino o mágico. La transmutación de los cuerpos o minerales. O sea, la creación de oro, a partir de metales más humildes, como el plomo, cobre o plata.
            Pero también la ciencia de la alquimia buscaba con la transmutación de los minerales, un ideal, el cuál dictaba que todo lo existente en el mundo, había sido creado por la misma mano, demostrándose así la existencia de la divinidad. Conocer tal hecho, era conocer a Dios. Por lo que la transmutación de los minerales conllevaba implicita una ideología científica y teológica. En sus esencias, todo lo existente es igual, solamente cambia el emboltorio, como si lo que vemos fueran los cuerpos, y las esencias, fueran las almas. Así lo explicaba un alquimista. Buscaba el alma universal.
            Y es esto precisamente lo que en nuestros días los científicos han descubierto o vislumbrado. La existencia de la teoría de las cuerdas, y la presencia de la física cuántica, ciencia que estudia eso mismo, que todos los cuerpos físicos guardan una interacción y equidad entre ellos, por pequeños o grandes que sean.
            Y este teorema de la física cuántica, tanto nos invita como nos obliga a replantearnos conceptos que la religión, el existencialismo humano y los mitos, nos han heredado desde los primeros albores de la existencia del hombre, aún en cavernas.
            No deja de ser una broma mezquina del destino, que la religión castigara duramente, incluso con la muerte en la hoguera, a la ciencia, tachándola de herejía y satanismo, y que ahora, finalmente, sea la ciencia quien salve la existencia de la fe y la religión, ahora que balbucea como un moribundo.
            Personalmente me da pena advertir la muerte de un anciano tan milenario, como la religión y el credo. Más de 30.000 años de compañerismo en las dudas existenciales. Pero no puedo defenderla por los alardes destructivos que ha tenido en su historia reciente, desde la edad media hasta nuestros días.
            Obviamente, nuestra existencia en la tierra es mejor, que la que el hombre tuvo en la baja edad media, época oscurecida por las creencias y supercherías del credo y la fe. Por lo que no puedo dejar de pensar, qué sería de nuestra existencia, si a la ciencia le devolvieramos los tres siglos que se les robó. ¿Estaríamos actualmente en un siglo científico XXIV? No lo sabremos. Pero como decía antes, es burlesco que la ciencia ahora, pueda tener las armas y las bases suficientes, para salvar los dogmas de fe, antes ciegos y yertos, ahora vivos y palpitantes. Y en definitiva, no estaban lejos de esta realidad, las palabras que Jesús pronunció respecto a las leyes religiosas, las cuáles afirmaba Él, que no debían de estar escritas en piedra muerta, si no viva en los corazones del hombre.
             O sea, la religión es una cualidad más de la vida del humano, y no una meta alejada e inalcanzable para la vida del hombre. Y tal vez, sea esto mismo, lo que la ciencia nos propone ahora, con sus teoremas de las once realidades paralelas, y de la teoría unificada del Todo. También el pensamiento religioso chino hablaba de esta unificación, el llamado Tao, por el extraño personaje mítico llamado Lao Tze, a quien el filósofo Confuzio lo comparó con un dragón que volaba por encima de las nubes. Y esta comparación es de anotar, pues tal vez nos informe de algo grandiolocuente, que más tarde se observara.
            Y digo bien. Se observará, como todo este trabajo que aquí se inicia. Es una observación de la nueva realidad que el hombre comienza a vislumbrar, por medio de una puerta llamada Sabiduría, y una fiel amiga llamada ciencia y a veces, curiosidad.
            Muchas son las equidades que los antropólogos y filólogos han extraido de la comparación entre el cristianismo y el budismo. Pero hay una realidad que las diferencia de forma estricta, en la práctica. Mientras que el cristianismo te enseña a morir, el budismo reniega de tal fin, y se centra en enseñarte a vivir, para que llegado el momento de la muerte, ésta no exista. Simplemente es un paso más de la existencia del hombre, como el paso de pasar de niño a hombre, y de hombre a anciano.
            Pero por culpa de la historia del hombre, y de los intereses y temores, por ganancias o pérdidas, en los movimientos de las actuaciones, tanto del individuo, como de los colectivos, hemos llegado hasta nuestros días, a una realidad que planta sus bases en un tiempo pasado, el Renacimiento, pero con un hombre que planta sus cimientos en la Edad media. O sea, una contradicción.
            ¿Qué quiero decir con esto?. Que el hombre no puede adentrarse en la verdadera ciencia, que es la sabiduría, si no mantiene vivo el espíritu del renacimiento, que no era otro, que el hambre de conocimientos, sea de las materias que sean, probocando así una realidad nueva para el hombre científico, que ahora se le niega, que es el estudio del Todo. La comparación y compaginación. Debemos volver a las esencias de la ciencia alquímica, y con razones de peso ahora, ya que tenemos no tratados teológicos o filosóficos, que al fin y al cabo, son ideas. Ahora tenemos hechos y cálculos matemáticos científicos, que se presentan como imnegables. Tenemos la teoría de las cuerdas. Con la cuál surge un ideal nuevo para el hombre del siglo XXI. Todo lo existente está unido, por lo que todo forma parte de un único Todo. No podemos seguir caminando por esta senda totalitaria, siendo solamente una mano, una pierna, o una simple célula ciega, de la uña del pie, que no conoce ni el ojo de su cuerpo. Ni una mano conoce lo que la otra hace.
            Debemos de convertirnos en los cerebros de la realidad, no en sus extremidades indistintas.
            ¿Por qué digo esto?.
            Porque la primera idea que se me viene a la mente, a la hora de vislumbrar la nueva realidad que propone la teoría de las cuerdas o del todo, es que hay que negar la capacidad del individuo a construir o realizar las actuaciones de su vida. Ya que éstas están sugetas al Todo, pues es éste un pensamiento implícito que lleva la explicación de dicha teoría.
            Todo lo que materialmente existe en el universo, es una acumulación de átomos, base de la física este comprendimiento. Y todo átomo es la unión en movimiento del neutrón y el protón. Y dicho movimiento está matizado y causado por el movimiento de las cuerdas, el cuál se halla bajo un estricto equilibrio. Por tanto, todo lo que existe en el universo material, está creado según la ley del equilibrio de dichas cuerdas. Ante este teorema, el hombre individual se pregunta, ¿dónde queda entonces mi actuación, a través de la cuál, realizo modificaciones y nuevas creaciones materiales que llegana cambiar tanto mi vida personal, como mi existencia, y en cómputo global, las actuaciones humanas, cambian el mundo que pisamos?. ¿Acaso las cuerdas, son las causantes de los edificios, fábricas, rascacielos, televisores y juguetes que el hombre fabrica para el hombre?.
            Es una cuestión embrutecedora presentar tal pregunta, frente al teorema de la unificación del todo. Pero es también, aunque sea embrutecedor, una obligación de base.
            ¿Cómo podemos explicar tal cuestión, o al no explicarse, finaliza aquí la validez de la teoría del Todo?.
            Pienso que para responder a tal cuestión ineludible y básica, ya que domina la realidad diaria del hombre normal, el de carne y hueso, no del científico teórico, debemos de dirigirnos a un apartado de la ciencia humana no visto por el ojo del juicio, con el mismo valor que la física cuántica. Pero que curiosamente, puede coexistir en perfecta simbiosis ambos, salvándose la existencia uno al otro, como si un solo cuerpo fuera.
            La teoría de las cuerdas habla de la existencia del universo, o sea, de los planetas, estrellas, galaxias y vacíos interminables. Pero nos dice, que esta misma teoría es válida también para las cosas más pequeñas de la existencia. Las células por ejemplo, de nuestro cuerpo. Y es aquí donde salta la ansiada luz del Eureca científico.
            En la teoría de cuerdas hablamos esencialmente de energía, energía que vibra, y que con su vibración promueve el movimiento de los neutrones y protones, los cuáles crean el átomo, y que con sus movimientos magnéticos, se unifican en materias y cuerpos. Y claro, todo cuerpo es cúmulo de energía y partículas, tanto en movimiento como en asociación, degenerándose así la idea del individualismo, pues lo que vemos como algo individual, realmente es algo común y asociativo. El individuo, no es un solo ente, si no millones de células, y millones y millones de neuronas en vibración.
            Por tanto, ¿qué parte del conocimiento del hombre recoge la unión o la dependecia de las acciones del individuo con el universo?. La respuesta es ahora sencilla. La astrología. Si el universo al completo, es un cómputo de energías en movimiento, y sus movimientos son dirigidos por un equilibrio constante, este equilibrio que como si fuera una red gravitatoria, rige el universo, también regirá tanto nuestra mente, que funciona por impulsos eléctricos, a modo de una pequeña red de cuerdas, en nuestro cuerpo, que es un pequeño universo, conectado con la gran red. Así entendemos la unión de nuestros pensamientos con la teoría de cuerdas. Pero... la astrología no lleva más allá. Nos lleva a la predeterminación del destino.
            Puede la teoría del Todo, llegar a explicar la existencia de lo predeterminado en la vida del individuo. Con quién se casará, o qué trabajo tendrá. La ciencia aún no ha llegado a tales metas, pero la astrología esto afirmaba, y lo hacía a partir de un punto, que ahora podemos tal vez, comprender algo mejor.
            La explicación de la astrología puede ser la siguiente: las estrellas son emanadores de energía, la cuál llega a nuestro planeta a través del filtro del sol. Dependiendo de la posición de éstas, nos llegará las energías de unos grupos de estrellas, o de otros. Los nacidos con este tipo de vibraciones, que se repiten una vez al año, a lo largo de su vida, en su cumpleaños, pueden alterar y modular ciertos funcionamientos energéticos de su mente, que repito, funciona como una red de energía. Por tanto, ¿podemos unificar en una única fórmula o expresión, tanto la mente del hombre, como la existencia del universo, y así ponderar estadisticamente las posibles acciones del individuo a lo largo de su vida, para así conocer o predeterminar ciertas actuaciones?.
            La neurociencia, hoy día también trabaja en esta meta dorada, conseguir una fórmula matemática, a través de la cuál, se pueda expresar los movimientos sinápticos de las neuronas de todo el manto o red de nuestro cerebro. Una fórmula matemática, para advertir o calcular nuestra mente, tomada por muchos neurólogos ya , como nuestra alma.
            Como individuo me tengo que realizar una pregunta, que lanzo al aire. Si los abances científicos más punteros y modernos, otorga explicación a credos ancestrales, ¿cómo la religión no toma este báculo, para defender la divinidad de sus personajes?, pues sería lo más lógico de hacer, si piensas que hace dos mil, tres mil y cuatro mil años, incluso, para la indú, hace cinco mil años, había un ser, un hombre, tomado como enviado, dios o divino, que explicaba lo mismo que la ciencia actual comienza a vislumbrar. ¿Cómo un hombre del tres mil antes de Cristo, hablaba de millones de universos, como ahora nos afirma Hawkins, que existe en un gran e ilimitado espacio energético, fuera de nuestro limitado universo. O cómo hace dos mil años, otro hombre nos afirmaba categoricamente, que la existencia divina, el reino de los cielos, era como una red, o el propio Aristóteles hablaba ya de la sinfonía de los planetas, y la teoría de cuerdas, es comparada con una red, o con una sinfonía de numerosas cuerdas distintas, sonando bajo un solo equilibrio o sonido.?
            Para la mente racional, advertir la existencia de un personaje histórico que en el tercer milenio antes de cristo, casi en el malecón de la prehistoria y la historia narrada, haya una persona que hable y enseñe física cuántica, es base suficiente para confirmar su divinidad o presencia milagrosa. ¿Imagina el lector hallar una cabeza nuclear en el cinco mil antes de Cristo?, pues esto es aún mayor. Pues las cabezas nucleares las veremos más adelante.
            Es también impactante la expresión que sócrates guardó para sus alumnos, sobre la creencia suya, de la existencia de los llamados Daimones, o almas de sabios. Sócrates afirmaba que las almas de los sabios quedaban en el cielo, y enseñaban a los hombres a través de sus pensamientos. Y que toda la sabiduría que él enseñaba a sus alumnos, no era inventada por él, sino que él se la escuchaba a su daimón, el cuál no dejaba de hablarle desde pequeño.
            Puede este texto filosófico griego, llevarnos a la impresión del mito o leyenda. Llevarnos al reino fangoso de la ignoracia. Pero guarda en su interior un compendio inimaginable. ¿Alma de sabios?
            Hoy día, los neurocientíficos como el español Joaquín Fuster, comienzan a afirmar que los datos de nuestro conocimiento, aglutinado a lo largo de nuestra vida, o sea, nuestra consciencia o alma, nuestro yo individual, no sea halla guardado en las neuronas cerebrales, como hasta ahora se creía. Si no en un gran manto o red energética, emanada de las conexiones eléctricas de las neuronas. Por lo que cabe aquí una cuestión a aclarar. Si todo mi pensamiento no se halla en el cerebro, si no que por el contrario, se halla en una red energética, afirmamos que lo que entendemos como individuo, como el Yo más personal, es un campo energético individual. Emanado de las neuronas. Pero éstas mueren, y los recuerdos persisten. Por tanto... si mi consciencia es energía, y ésta nos dice la física, que no desaparece, ¿podemos darle un atisbo de veracidad a lo expresado por Sócrates, almas de sabios, compuestos energéticos de conocimientos que pululan por nuestra realidad?
            Pero también este concepto que el neurocientífico español propone, nos invita a transcribirlo en el Nuevo Testamento, al compararlo con otra de las enseñanzas de Jesús sobre el Reino de los Cielos. El cuál no solo era como una gran red, si no que se hallaba en el interior de cada uno. ¿Tal vez en nuestro manto cerebral. En nuestra red energética, que se presenta como una copia minimizada, a la vez del sistema nervioso por todo el cuerpo, de las cuerdas de todo el universo, como si nuestro interior, nuestro cuerpo fuera en sí, una proyección de todo el universo entero?
            Advertir este ideal filosófico, teológico y científico, cambiaría la percepción y la realidad de la vida cotidiana del hombre. Se vovlería a ver ahora, como el centro del universo, recuperando así la grandeza ideológica, que la ciencia en sus albores le quitó.
            Pero llegados a este punto, y este punto es solo una presunción, por tanto, no se puede extraer realidades que nacen de presunciones, pero es bueno hacerlo esta vez. Repito, llegados a este punto, si el cuerpo es una copia del universo entero, las estrellas son nuestras células, y las cuerdas nuestro sistema nervioso y nuestro manto cerebral, y partiendo de la base, que somos un cómputo muy pequeño de energía, como todo lo existente en el universo. Si nosotros tenemos consciencia, ¿cómo no pensar o imaginar, que el universo, como ente del Todo o centro de la gran red de las cuerdas, no tiene también consciencia y pensamiento?.
            ¿Es tal vez, esta consciencia o la presencia de las cuerdas, lo que se le llamó Dios o Padre celestial en antaño?
            Según algunas enseñanzas, puede ser, pero según las religiones, por desgracia, la respuesta es negativa. Y es ahora, donde nos adentramos en el corazón de esta investigación.
            Si hemos descubierto el alma, y el reino de los cielos, ¿Dónde está Dios, en la fórmula del Todo unificado, la supraconsciencia?.
            Tal vez, las enseñanzas teológicas y míticas de antaño, nos ayude nuevamente a contestar las nuevas preguntas de la ciencia que se vislumbra en el siglo que acaba de empezar. ¿Nos dirigimos a una nueva percepción de toda la realidad que nos rodea?, el mero hecho de viajar a otra realidad paralela, a otra dimensión, sería el hecho determinante para afirmar tal tesitura de cambio de realidad o consciencia de lo que nos rodea.
            Desde los días del filósofo Descartes, el hombre ha entendido el mundo como si fuera una unión de hechos concatenados dispares, ausentes de control, separando así la visión del mundo físico o material, con la del mundo etérico o espiritual. Por lo que el individuo tuvo que responder a un severo juicio e interrogatorio existencial. ¿A qué mundo prestar atención, al físico o al etércio, cuál de los dos mundos es el real?.
            A partir de esta cuestión, son miles de pensamientos filosóficos, teológicos y científicos, los que han sido redactados. Llegándose a afirmar, que solamente lo que se puede cuantificar, observar o tocar es físico, y todo lo físico es real. Por lo que se comienza a enarbolar una especie de desapego por todo aquello que no es físico, al tratarse como algo irreal. Ahora, con la física cuántica, volvemos a adentrarnos de lleno en estas tesituras. ¿Son las teorías de la cuántica, salidas de cálculos matemáticos, una fuente irreprochable de confirmación de la realidad?. Tal cuestión comienza a repetirse una y otra vez, por un motivo. Los resultados de las investigaciones cuánticas, otorgan una percepción real del mundo, que hasta ahora, había sido considerado irreal, sujeto solo a la fe. A la creencia ciega que únicamente sostenía el gran vacío temeroso de la muerte.
            Pero... ¿es la creencia religiosa que el hombre ha practicado a lo largo de su historia existencial, y son miles y miles de años, un mero producto del miedo a la muerte?. ¿Es esta únicamente la razón del credo, de los mitos, y de los templos, el miedo a la muerte?.
            Si así fuera, ¿qué decir del valor y el heroísmo?, virtudes que pululan por doquier por toda la  historia, hechos y literatura de la raza humana. Algunos no necesitan presentación, como Alejandro Magno, Julio César, Aquiles, Arjuna o Héctor.
            Estos héroes míticos, los cuáles han enarbolado los valores y las acciones de la humanidad por milenios, guardaban un punto en común, la ausencia del miedo a la muerte, es más, la abrazaban a la vez de disputar al destino el control de su vida. Un ejemplo claro de este hecho, lo podemos leer en el poema épico del Mahabharata, donde uno de los héroes, Bhisma, habiendo sido abatido en la batalla con heridas mortales, escoge el momento de morir, llegando a alargar su agonía por todo un mes. O qué decir del deseo que Alejandro Magno siempre expresó de morir joven, como los héroes de antaño, como un Aquiles. Por tanto, ¿fue el miedo a la muerte, lo que impulsó al hombre a la construcción de catedrales, pirámides y templos?.
            Los comportamientos humanos, a lo largo de la historia, en lo que respecta a la religión, no están sujetos al miedo a la muerte, pues la historia religiosa, por desgracia, está henchida de sangre y sufrimiento, como prueba de todo lo contrario. De presentar un gran valor y desprecio al vacio de la muerte. ¿O qué decir de las cruzadas?. Si la causa del credo religioso del hombre, fuera el miedo a la muerte, ¿por qué embarcarme en una aventura en la que la muerte está dominado la situación?.
            Tal vez, y es lo que a partir de ahora, intentaré demostrar, el pensamiento religioso, que comienza a atisbarse en la mente razonada, a través de la física cuántica, guarde unos secretos aún no advertidos, que van más allá de la duda existencial tras la muerte. 
            Cuando hablamos de religión, es normal que la mente del lector, se dirija de forma intuitiva y por defecto, al pensamiento de la cristiandad, no solo por ser la religión actual, si no por tener una presencia dominante durante más de seis siglos.
            En sus esencias, tasadas éstas por los teoremas de santo Tomás de Aquino, especialmente, no  podemos observar en ningún momento la existencia del miedo a morir, como causa de la creencia. Más bien es todo lo contrario, se basa en dar gracias a la divinidad, por la existencia de todo aquello que nos rodea. Pero sí que es verdad, que la esencia cristiana radica en el eterno teorema de la muerte, por un hecho capital. La resurrección de Cristo. Llegándose a afirmar incluso, que sin este dogma de fe, la creencia cristiana deja de tener valor. Tales afirmaciones son contradictorias a las esencias teológicas que la propia religión presenta a sus fieles. Por tanto, aquí observamos un claro paradigma filosófico para el individuo. Y es este mismo paradigma lo que ahoga al mundo actual, ante las nuevas revelaciones que la ciencia comienza a realizar.
            Por tanto, sabiendo que la cristiandad es una heredad teológica del judaísmo, y éste del abrahamanismo, y ésta de los pensamientos, mitos y culturas mesopotámicas, no debemos de centrar nuestra atención en los cultos actuales, ya que son herencias de otras herencias, si no adentrarnos en los cultos más primitivos, para así saber la causa del brote de lo que hoy día llamamos Religión.
           
           
            Ya que vamos a realizar un viaje por toda la historia ancestral del credo religioso existencial de la humanidad, hasta nuestros días, veo necesario antes de iniciar la senda, reconocer el suelo por el que vamos a pasear.
            La historia del planeta tierra tiene millones de años. Los dinosaurios se extinguieron hace ya cincuenta millones de años. El hombre erguido, procedente del mono, siguiendo la teoría darwinista, comenzó a existir hace dos millones de años. Desde entonces, el hombre ha ido evolucionando hasta alcanzar la situación física y cerebral actual, la cuál fue tomada en el 200.000 a.C. Fue en esta fecha, donde empezó la vida del hombre actual, erguido, sin ya apenas rasgos monos, con una capacidad craneal de 750 c.c., que es la actual. Fue en esta fecha, donde según los arqueólogos, los cuáles confirman esta teoría con los hallazgos conseguidos de cráneos del llamado Sapiens sapiens, comenzó la historia de nuestra presencia en la tierra, con la misma capacidad cerebral y de movimiento, que la actual.
            La misma línea de pensamiento, nos lleva a la afirmación de que el hombre desde sus albores vivió salvaje y con un modo de vida basado en el desplazamiento territorial, eramos nómadas. Subsistíamos con la caza, y nos movíamos en busca de ella. No fue hasta el tercer milenio, cuando el hombre a lo largo de todo el planeta, comienza a vivir sedentariamente, con civilización, cultura, escritura y concepto abstracto de sociedad, entendiendo por esto último, la presencia de leyes, costumbres, ciudadanía, concepto de estado y un largo etc.
            si observamos la vida ciudadana del mesopotámico y del egipcio del tercer milenio, y la comparamos con la vida romana, en las colonias del imperio, tiene poco que distinguir. Roma, como capital del imperio, sí presentaba unas características más desarrolladas que el resto del mundo, pero también en antaño, ciertas ciudades o capitales de imperio, como por ejemplo Tebas, conquistó la grandeza de Roma, y la sobrepasó, a mi modo de enjuiciar.
            Poca fue la diferencia nuevamente entre la edad antigua o clásica, con la baja Edad Media.
            Pero sí en la época del Renacimiento se observó un desarrollo tecnológico más dominante en las formas de vida del hombre. Siendo el siglo XX, el que más velocidad ha impulsado a la tecnología y a la ciencia.
            Haciendo una escala de todo lo aquí referido, solo pensar que el hombre con la misma capacidad craneal actual, el cuál desde el 3.000 a.C., hasta el 2.011 actual, en cinco mil años, ha conquistado el mundo y el cielo entero, ha pasado de la caña como techo, al viaje a la luna, y a la física cuántica, o al genoma, ¿cómo puedo aceptar, que el mismo hombre, que todo esto ha conseguido en 5.000 años solamente, estuvo 195.000 años, sin hacer nada?. Es más, ¿si el hombre procede del mono, en los millones de años que tiene el planeta, desde la extinción del dinosaurio, que hace más de 50 millones de años, hasta ahora ningún animal, ningún tipo de vida ha evolucionado?.