El humanismo marcó un punto de inflexión en la ciencia del existencialismo, al poderse tomar los textos sagrados como obgeto de estudio e investigación, y no como obgeto de adoración y quietud. Grandes nombres surgieron de este movimiento, en un principio literario e idealista, como el español don Miguel de Hunamuno, quien llegó a escribir en un convento francés una obra ensayo, titulada “la agonía del cristianismo”. El propio Salvador Dalí no quedó ausente de participación en esta realidad o juego, cuando pintó su crucificado fallecido, y subiendo a los cielos. Para así identificar que Dios ha muerto, y solamente queda el hombre por el hombre. Ideal que promovió y a su vez fue promovido, por los abances tecnológicos y científicos que el hombre comenzaba a alcanzar. Edificando un siglo XX, que ha pasado a la historia como la fracción de tiempo más rica en desarrollos tanto tecnológicos como científicos. La vida del hombre en el siglo XX cambió radicalmente, como también en el siglo XV y XVI ocurriera con la aparición del renacimiento, saliendo de la Edad media.
La ciencia y la sabiduría se puede comparar con un gran jardín de florestas. Mientras más flores se hallen plantadas en el jardín, más polen pulula por el aire, y mayor será el nacimiento de nuevas florestas selváticas. Mientras que si en toda la extensión, solamente hay una o dos flores, menor será la floresta del próximo año, si es que la hubiera.
También con el dinero y la riqueza, la ciencia es comparable, pues el dinero llama al dinero.
Por tanto, mientras mayor sea la porción de ciencia y sabiduría que el hombre conquiste, mayor será la velocidad y las conquistas que el hombre conseguirá en su existencia. En la edad moderna, el hombre solamente tuvo la memoria de los alquimistas y teólogos, a partir de la cuál, surgió un Isaac Newton. Pero también es verdad, que sin él, los Maxwel o los Einsteins no hubieran jamás existido. Ahora, en el siglo XXI, guardamos una larga lista de sabios, de teorías finalizadas, y de teoremas por acabar. Realizando una proporción, el siglo presente se alza como un tiempo que pasará al record de la historia de la humanidad. A la larga lista, se les están uniendo brillantes mentes, como el afamado científico físico Steffan Hawkins, quien ha finalizado la teoría del Todo, que Einstein dejó inacabada, hallando una explicación al Todo, en la creación del universo, llamada Teoría de cuerdas. La cuál promete cambiar el comprendimiento de toda la existencia de nuestro universo, y de nuestra realidad.
De una única realidad palpable, confirmada por Isaac Newton, a partir de la cuál emerge la ciencia, hemos pasado al reconocimiento científico de la existencia de otras realidades paralelas en nuestro mismo universo, tanto en espacio como en tiempo al unísono. Llegándose a afirmar por Einstein que existían 7 realidades paralelas. Pero que ahora este dato ha aumentado hasta once realidades paralelas.
En la edad media, los alquimistas trabajaron siglos y siglos, en un deseo o logro científico, que se presentaba como divino o mágico. La transmutación de los cuerpos o minerales. O sea, la creación de oro, a partir de metales más humildes, como el plomo, cobre o plata.
Pero también la ciencia de la alquimia buscaba con la transmutación de los minerales, un ideal, el cuál dictaba que todo lo existente en el mundo, había sido creado por la misma mano, demostrándose así la existencia de la divinidad. Conocer tal hecho, era conocer a Dios. Por lo que la transmutación de los minerales conllevaba implicita una ideología científica y teológica. En sus esencias, todo lo existente es igual, solamente cambia el emboltorio, como si lo que vemos fueran los cuerpos, y las esencias, fueran las almas. Así lo explicaba un alquimista. Buscaba el alma universal.
Y es esto precisamente lo que en nuestros días los científicos han descubierto o vislumbrado. La existencia de la teoría de las cuerdas, y la presencia de la física cuántica, ciencia que estudia eso mismo, que todos los cuerpos físicos guardan una interacción y equidad entre ellos, por pequeños o grandes que sean.
Y este teorema de la física cuántica, tanto nos invita como nos obliga a replantearnos conceptos que la religión, el existencialismo humano y los mitos, nos han heredado desde los primeros albores de la existencia del hombre, aún en cavernas.
No deja de ser una broma mezquina del destino, que la religión castigara duramente, incluso con la muerte en la hoguera, a la ciencia, tachándola de herejía y satanismo, y que ahora, finalmente, sea la ciencia quien salve la existencia de la fe y la religión, ahora que balbucea como un moribundo.
Personalmente me da pena advertir la muerte de un anciano tan milenario, como la religión y el credo. Más de 30.000 años de compañerismo en las dudas existenciales. Pero no puedo defenderla por los alardes destructivos que ha tenido en su historia reciente, desde la edad media hasta nuestros días.
Obviamente, nuestra existencia en la tierra es mejor, que la que el hombre tuvo en la baja edad media, época oscurecida por las creencias y supercherías del credo y la fe. Por lo que no puedo dejar de pensar, qué sería de nuestra existencia, si a la ciencia le devolvieramos los tres siglos que se les robó. ¿Estaríamos actualmente en un siglo científico XXIV? No lo sabremos. Pero como decía antes, es burlesco que la ciencia ahora, pueda tener las armas y las bases suficientes, para salvar los dogmas de fe, antes ciegos y yertos, ahora vivos y palpitantes. Y en definitiva, no estaban lejos de esta realidad, las palabras que Jesús pronunció respecto a las leyes religiosas, las cuáles afirmaba Él, que no debían de estar escritas en piedra muerta, si no viva en los corazones del hombre.
O sea, la religión es una cualidad más de la vida del humano, y no una meta alejada e inalcanzable para la vida del hombre. Y tal vez, sea esto mismo, lo que la ciencia nos propone ahora, con sus teoremas de las once realidades paralelas, y de la teoría unificada del Todo. También el pensamiento religioso chino hablaba de esta unificación, el llamado Tao, por el extraño personaje mítico llamado Lao Tze, a quien el filósofo Confuzio lo comparó con un dragón que volaba por encima de las nubes. Y esta comparación es de anotar, pues tal vez nos informe de algo grandiolocuente, que más tarde se observara.
Y digo bien. Se observará, como todo este trabajo que aquí se inicia. Es una observación de la nueva realidad que el hombre comienza a vislumbrar, por medio de una puerta llamada Sabiduría, y una fiel amiga llamada ciencia y a veces, curiosidad.
Muchas son las equidades que los antropólogos y filólogos han extraido de la comparación entre el cristianismo y el budismo. Pero hay una realidad que las diferencia de forma estricta, en la práctica. Mientras que el cristianismo te enseña a morir, el budismo reniega de tal fin, y se centra en enseñarte a vivir, para que llegado el momento de la muerte, ésta no exista. Simplemente es un paso más de la existencia del hombre, como el paso de pasar de niño a hombre, y de hombre a anciano.
Pero por culpa de la historia del hombre, y de los intereses y temores, por ganancias o pérdidas, en los movimientos de las actuaciones, tanto del individuo, como de los colectivos, hemos llegado hasta nuestros días, a una realidad que planta sus bases en un tiempo pasado, el Renacimiento, pero con un hombre que planta sus cimientos en la Edad media. O sea, una contradicción.
¿Qué quiero decir con esto?. Que el hombre no puede adentrarse en la verdadera ciencia, que es la sabiduría, si no mantiene vivo el espíritu del renacimiento, que no era otro, que el hambre de conocimientos, sea de las materias que sean, probocando así una realidad nueva para el hombre científico, que ahora se le niega, que es el estudio del Todo. La comparación y compaginación. Debemos volver a las esencias de la ciencia alquímica, y con razones de peso ahora, ya que tenemos no tratados teológicos o filosóficos, que al fin y al cabo, son ideas. Ahora tenemos hechos y cálculos matemáticos científicos, que se presentan como imnegables. Tenemos la teoría de las cuerdas. Con la cuál surge un ideal nuevo para el hombre del siglo XXI. Todo lo existente está unido, por lo que todo forma parte de un único Todo. No podemos seguir caminando por esta senda totalitaria, siendo solamente una mano, una pierna, o una simple célula ciega, de la uña del pie, que no conoce ni el ojo de su cuerpo. Ni una mano conoce lo que la otra hace.
Debemos de convertirnos en los cerebros de la realidad, no en sus extremidades indistintas.
¿Por qué digo esto?.
Porque la primera idea que se me viene a la mente, a la hora de vislumbrar la nueva realidad que propone la teoría de las cuerdas o del todo, es que hay que negar la capacidad del individuo a construir o realizar las actuaciones de su vida. Ya que éstas están sugetas al Todo, pues es éste un pensamiento implícito que lleva la explicación de dicha teoría.
Todo lo que materialmente existe en el universo, es una acumulación de átomos, base de la física este comprendimiento. Y todo átomo es la unión en movimiento del neutrón y el protón. Y dicho movimiento está matizado y causado por el movimiento de las cuerdas, el cuál se halla bajo un estricto equilibrio. Por tanto, todo lo que existe en el universo material, está creado según la ley del equilibrio de dichas cuerdas. Ante este teorema, el hombre individual se pregunta, ¿dónde queda entonces mi actuación, a través de la cuál, realizo modificaciones y nuevas creaciones materiales que llegana cambiar tanto mi vida personal, como mi existencia, y en cómputo global, las actuaciones humanas, cambian el mundo que pisamos?. ¿Acaso las cuerdas, son las causantes de los edificios, fábricas, rascacielos, televisores y juguetes que el hombre fabrica para el hombre?.
Es una cuestión embrutecedora presentar tal pregunta, frente al teorema de la unificación del todo. Pero es también, aunque sea embrutecedor, una obligación de base.
¿Cómo podemos explicar tal cuestión, o al no explicarse, finaliza aquí la validez de la teoría del Todo?.
Pienso que para responder a tal cuestión ineludible y básica, ya que domina la realidad diaria del hombre normal, el de carne y hueso, no del científico teórico, debemos de dirigirnos a un apartado de la ciencia humana no visto por el ojo del juicio, con el mismo valor que la física cuántica. Pero que curiosamente, puede coexistir en perfecta simbiosis ambos, salvándose la existencia uno al otro, como si un solo cuerpo fuera.
La teoría de las cuerdas habla de la existencia del universo, o sea, de los planetas, estrellas, galaxias y vacíos interminables. Pero nos dice, que esta misma teoría es válida también para las cosas más pequeñas de la existencia. Las células por ejemplo, de nuestro cuerpo. Y es aquí donde salta la ansiada luz del Eureca científico.
En la teoría de cuerdas hablamos esencialmente de energía, energía que vibra, y que con su vibración promueve el movimiento de los neutrones y protones, los cuáles crean el átomo, y que con sus movimientos magnéticos, se unifican en materias y cuerpos. Y claro, todo cuerpo es cúmulo de energía y partículas, tanto en movimiento como en asociación, degenerándose así la idea del individualismo, pues lo que vemos como algo individual, realmente es algo común y asociativo. El individuo, no es un solo ente, si no millones de células, y millones y millones de neuronas en vibración.
Por tanto, ¿qué parte del conocimiento del hombre recoge la unión o la dependecia de las acciones del individuo con el universo?. La respuesta es ahora sencilla. La astrología. Si el universo al completo, es un cómputo de energías en movimiento, y sus movimientos son dirigidos por un equilibrio constante, este equilibrio que como si fuera una red gravitatoria, rige el universo, también regirá tanto nuestra mente, que funciona por impulsos eléctricos, a modo de una pequeña red de cuerdas, en nuestro cuerpo, que es un pequeño universo, conectado con la gran red. Así entendemos la unión de nuestros pensamientos con la teoría de cuerdas. Pero... la astrología no lleva más allá. Nos lleva a la predeterminación del destino.
Puede la teoría del Todo, llegar a explicar la existencia de lo predeterminado en la vida del individuo. Con quién se casará, o qué trabajo tendrá. La ciencia aún no ha llegado a tales metas, pero la astrología esto afirmaba, y lo hacía a partir de un punto, que ahora podemos tal vez, comprender algo mejor.
La explicación de la astrología puede ser la siguiente: las estrellas son emanadores de energía, la cuál llega a nuestro planeta a través del filtro del sol. Dependiendo de la posición de éstas, nos llegará las energías de unos grupos de estrellas, o de otros. Los nacidos con este tipo de vibraciones, que se repiten una vez al año, a lo largo de su vida, en su cumpleaños, pueden alterar y modular ciertos funcionamientos energéticos de su mente, que repito, funciona como una red de energía. Por tanto, ¿podemos unificar en una única fórmula o expresión, tanto la mente del hombre, como la existencia del universo, y así ponderar estadisticamente las posibles acciones del individuo a lo largo de su vida, para así conocer o predeterminar ciertas actuaciones?.
La neurociencia, hoy día también trabaja en esta meta dorada, conseguir una fórmula matemática, a través de la cuál, se pueda expresar los movimientos sinápticos de las neuronas de todo el manto o red de nuestro cerebro. Una fórmula matemática, para advertir o calcular nuestra mente, tomada por muchos neurólogos ya , como nuestra alma.
Como individuo me tengo que realizar una pregunta, que lanzo al aire. Si los abances científicos más punteros y modernos, otorga explicación a credos ancestrales, ¿cómo la religión no toma este báculo, para defender la divinidad de sus personajes?, pues sería lo más lógico de hacer, si piensas que hace dos mil, tres mil y cuatro mil años, incluso, para la indú, hace cinco mil años, había un ser, un hombre, tomado como enviado, dios o divino, que explicaba lo mismo que la ciencia actual comienza a vislumbrar. ¿Cómo un hombre del tres mil antes de Cristo, hablaba de millones de universos, como ahora nos afirma Hawkins, que existe en un gran e ilimitado espacio energético, fuera de nuestro limitado universo. O cómo hace dos mil años, otro hombre nos afirmaba categoricamente, que la existencia divina, el reino de los cielos, era como una red, o el propio Aristóteles hablaba ya de la sinfonía de los planetas, y la teoría de cuerdas, es comparada con una red, o con una sinfonía de numerosas cuerdas distintas, sonando bajo un solo equilibrio o sonido.?
Para la mente racional, advertir la existencia de un personaje histórico que en el tercer milenio antes de cristo, casi en el malecón de la prehistoria y la historia narrada, haya una persona que hable y enseñe física cuántica, es base suficiente para confirmar su divinidad o presencia milagrosa. ¿Imagina el lector hallar una cabeza nuclear en el cinco mil antes de Cristo?, pues esto es aún mayor. Pues las cabezas nucleares las veremos más adelante.
Es también impactante la expresión que sócrates guardó para sus alumnos, sobre la creencia suya, de la existencia de los llamados Daimones, o almas de sabios. Sócrates afirmaba que las almas de los sabios quedaban en el cielo, y enseñaban a los hombres a través de sus pensamientos. Y que toda la sabiduría que él enseñaba a sus alumnos, no era inventada por él, sino que él se la escuchaba a su daimón, el cuál no dejaba de hablarle desde pequeño.
Puede este texto filosófico griego, llevarnos a la impresión del mito o leyenda. Llevarnos al reino fangoso de la ignoracia. Pero guarda en su interior un compendio inimaginable. ¿Alma de sabios?
Hoy día, los neurocientíficos como el español Joaquín Fuster, comienzan a afirmar que los datos de nuestro conocimiento, aglutinado a lo largo de nuestra vida, o sea, nuestra consciencia o alma, nuestro yo individual, no sea halla guardado en las neuronas cerebrales, como hasta ahora se creía. Si no en un gran manto o red energética, emanada de las conexiones eléctricas de las neuronas. Por lo que cabe aquí una cuestión a aclarar. Si todo mi pensamiento no se halla en el cerebro, si no que por el contrario, se halla en una red energética, afirmamos que lo que entendemos como individuo, como el Yo más personal, es un campo energético individual. Emanado de las neuronas. Pero éstas mueren, y los recuerdos persisten. Por tanto... si mi consciencia es energía, y ésta nos dice la física, que no desaparece, ¿podemos darle un atisbo de veracidad a lo expresado por Sócrates, almas de sabios, compuestos energéticos de conocimientos que pululan por nuestra realidad?
Pero también este concepto que el neurocientífico español propone, nos invita a transcribirlo en el Nuevo Testamento, al compararlo con otra de las enseñanzas de Jesús sobre el Reino de los Cielos. El cuál no solo era como una gran red, si no que se hallaba en el interior de cada uno. ¿Tal vez en nuestro manto cerebral. En nuestra red energética, que se presenta como una copia minimizada, a la vez del sistema nervioso por todo el cuerpo, de las cuerdas de todo el universo, como si nuestro interior, nuestro cuerpo fuera en sí, una proyección de todo el universo entero?
Advertir este ideal filosófico, teológico y científico, cambiaría la percepción y la realidad de la vida cotidiana del hombre. Se vovlería a ver ahora, como el centro del universo, recuperando así la grandeza ideológica, que la ciencia en sus albores le quitó.
Pero llegados a este punto, y este punto es solo una presunción, por tanto, no se puede extraer realidades que nacen de presunciones, pero es bueno hacerlo esta vez. Repito, llegados a este punto, si el cuerpo es una copia del universo entero, las estrellas son nuestras células, y las cuerdas nuestro sistema nervioso y nuestro manto cerebral, y partiendo de la base, que somos un cómputo muy pequeño de energía, como todo lo existente en el universo. Si nosotros tenemos consciencia, ¿cómo no pensar o imaginar, que el universo, como ente del Todo o centro de la gran red de las cuerdas, no tiene también consciencia y pensamiento?.
¿Es tal vez, esta consciencia o la presencia de las cuerdas, lo que se le llamó Dios o Padre celestial en antaño?
Según algunas enseñanzas, puede ser, pero según las religiones, por desgracia, la respuesta es negativa. Y es ahora, donde nos adentramos en el corazón de esta investigación.
Si hemos descubierto el alma, y el reino de los cielos, ¿Dónde está Dios, en la fórmula del Todo unificado, la supraconsciencia?.
Tal vez, las enseñanzas teológicas y míticas de antaño, nos ayude nuevamente a contestar las nuevas preguntas de la ciencia que se vislumbra en el siglo que acaba de empezar. ¿Nos dirigimos a una nueva percepción de toda la realidad que nos rodea?, el mero hecho de viajar a otra realidad paralela, a otra dimensión, sería el hecho determinante para afirmar tal tesitura de cambio de realidad o consciencia de lo que nos rodea.
Desde los días del filósofo Descartes, el hombre ha entendido el mundo como si fuera una unión de hechos concatenados dispares, ausentes de control, separando así la visión del mundo físico o material, con la del mundo etérico o espiritual. Por lo que el individuo tuvo que responder a un severo juicio e interrogatorio existencial. ¿A qué mundo prestar atención, al físico o al etércio, cuál de los dos mundos es el real?.
A partir de esta cuestión, son miles de pensamientos filosóficos, teológicos y científicos, los que han sido redactados. Llegándose a afirmar, que solamente lo que se puede cuantificar, observar o tocar es físico, y todo lo físico es real. Por lo que se comienza a enarbolar una especie de desapego por todo aquello que no es físico, al tratarse como algo irreal. Ahora, con la física cuántica, volvemos a adentrarnos de lleno en estas tesituras. ¿Son las teorías de la cuántica, salidas de cálculos matemáticos, una fuente irreprochable de confirmación de la realidad?. Tal cuestión comienza a repetirse una y otra vez, por un motivo. Los resultados de las investigaciones cuánticas, otorgan una percepción real del mundo, que hasta ahora, había sido considerado irreal, sujeto solo a la fe. A la creencia ciega que únicamente sostenía el gran vacío temeroso de la muerte.
Pero... ¿es la creencia religiosa que el hombre ha practicado a lo largo de su historia existencial, y son miles y miles de años, un mero producto del miedo a la muerte?. ¿Es esta únicamente la razón del credo, de los mitos, y de los templos, el miedo a la muerte?.
Si así fuera, ¿qué decir del valor y el heroísmo?, virtudes que pululan por doquier por toda la historia, hechos y literatura de la raza humana. Algunos no necesitan presentación, como Alejandro Magno, Julio César, Aquiles, Arjuna o Héctor.
Estos héroes míticos, los cuáles han enarbolado los valores y las acciones de la humanidad por milenios, guardaban un punto en común, la ausencia del miedo a la muerte, es más, la abrazaban a la vez de disputar al destino el control de su vida. Un ejemplo claro de este hecho, lo podemos leer en el poema épico del Mahabharata, donde uno de los héroes, Bhisma, habiendo sido abatido en la batalla con heridas mortales, escoge el momento de morir, llegando a alargar su agonía por todo un mes. O qué decir del deseo que Alejandro Magno siempre expresó de morir joven, como los héroes de antaño, como un Aquiles. Por tanto, ¿fue el miedo a la muerte, lo que impulsó al hombre a la construcción de catedrales, pirámides y templos?.
Los comportamientos humanos, a lo largo de la historia, en lo que respecta a la religión, no están sujetos al miedo a la muerte, pues la historia religiosa, por desgracia, está henchida de sangre y sufrimiento, como prueba de todo lo contrario. De presentar un gran valor y desprecio al vacio de la muerte. ¿O qué decir de las cruzadas?. Si la causa del credo religioso del hombre, fuera el miedo a la muerte, ¿por qué embarcarme en una aventura en la que la muerte está dominado la situación?.
Tal vez, y es lo que a partir de ahora, intentaré demostrar, el pensamiento religioso, que comienza a atisbarse en la mente razonada, a través de la física cuántica, guarde unos secretos aún no advertidos, que van más allá de la duda existencial tras la muerte.
Cuando hablamos de religión, es normal que la mente del lector, se dirija de forma intuitiva y por defecto, al pensamiento de la cristiandad, no solo por ser la religión actual, si no por tener una presencia dominante durante más de seis siglos.
En sus esencias, tasadas éstas por los teoremas de santo Tomás de Aquino, especialmente, no podemos observar en ningún momento la existencia del miedo a morir, como causa de la creencia. Más bien es todo lo contrario, se basa en dar gracias a la divinidad, por la existencia de todo aquello que nos rodea. Pero sí que es verdad, que la esencia cristiana radica en el eterno teorema de la muerte, por un hecho capital. La resurrección de Cristo. Llegándose a afirmar incluso, que sin este dogma de fe, la creencia cristiana deja de tener valor. Tales afirmaciones son contradictorias a las esencias teológicas que la propia religión presenta a sus fieles. Por tanto, aquí observamos un claro paradigma filosófico para el individuo. Y es este mismo paradigma lo que ahoga al mundo actual, ante las nuevas revelaciones que la ciencia comienza a realizar.
Por tanto, sabiendo que la cristiandad es una heredad teológica del judaísmo, y éste del abrahamanismo, y ésta de los pensamientos, mitos y culturas mesopotámicas, no debemos de centrar nuestra atención en los cultos actuales, ya que son herencias de otras herencias, si no adentrarnos en los cultos más primitivos, para así saber la causa del brote de lo que hoy día llamamos Religión.
Ya que vamos a realizar un viaje por toda la historia ancestral del credo religioso existencial de la humanidad, hasta nuestros días, veo necesario antes de iniciar la senda, reconocer el suelo por el que vamos a pasear.
La historia del planeta tierra tiene millones de años. Los dinosaurios se extinguieron hace ya cincuenta millones de años. El hombre erguido, procedente del mono, siguiendo la teoría darwinista, comenzó a existir hace dos millones de años. Desde entonces, el hombre ha ido evolucionando hasta alcanzar la situación física y cerebral actual, la cuál fue tomada en el 200.000 a.C. Fue en esta fecha, donde empezó la vida del hombre actual, erguido, sin ya apenas rasgos monos, con una capacidad craneal de 750 c.c., que es la actual. Fue en esta fecha, donde según los arqueólogos, los cuáles confirman esta teoría con los hallazgos conseguidos de cráneos del llamado Sapiens sapiens, comenzó la historia de nuestra presencia en la tierra, con la misma capacidad cerebral y de movimiento, que la actual.
La misma línea de pensamiento, nos lleva a la afirmación de que el hombre desde sus albores vivió salvaje y con un modo de vida basado en el desplazamiento territorial, eramos nómadas. Subsistíamos con la caza, y nos movíamos en busca de ella. No fue hasta el tercer milenio, cuando el hombre a lo largo de todo el planeta, comienza a vivir sedentariamente, con civilización, cultura, escritura y concepto abstracto de sociedad, entendiendo por esto último, la presencia de leyes, costumbres, ciudadanía, concepto de estado y un largo etc.
si observamos la vida ciudadana del mesopotámico y del egipcio del tercer milenio, y la comparamos con la vida romana, en las colonias del imperio, tiene poco que distinguir. Roma, como capital del imperio, sí presentaba unas características más desarrolladas que el resto del mundo, pero también en antaño, ciertas ciudades o capitales de imperio, como por ejemplo Tebas, conquistó la grandeza de Roma, y la sobrepasó, a mi modo de enjuiciar.
Poca fue la diferencia nuevamente entre la edad antigua o clásica, con la baja Edad Media.
Pero sí en la época del Renacimiento se observó un desarrollo tecnológico más dominante en las formas de vida del hombre. Siendo el siglo XX, el que más velocidad ha impulsado a la tecnología y a la ciencia.
Haciendo una escala de todo lo aquí referido, solo pensar que el hombre con la misma capacidad craneal actual, el cuál desde el 3.000 a.C., hasta el 2.011 actual, en cinco mil años, ha conquistado el mundo y el cielo entero, ha pasado de la caña como techo, al viaje a la luna, y a la física cuántica, o al genoma, ¿cómo puedo aceptar, que el mismo hombre, que todo esto ha conseguido en 5.000 años solamente, estuvo 195.000 años, sin hacer nada?. Es más, ¿si el hombre procede del mono, en los millones de años que tiene el planeta, desde la extinción del dinosaurio, que hace más de 50 millones de años, hasta ahora ningún animal, ningún tipo de vida ha evolucionado?.
hola , soy eduardo, sólo comentaré la ultima parte:
ResponderEliminarlos 195 000 años sin "hacer nada" no fue así: descubrió y desarolló el fuego, la agricultura, la domesticación y crianza, el desarollo tecnológico de herramientas primitivas, el arte, la musica, la moral, la religion (todas ellas primitivas) lo que hay que entender es que se trata de un DESAROLLO EXPONENCIAL si queremos hablar cuantitativa mente, durante los 5000 años de historia universal documentada de las civilizaciones, el desarollo no ha ido a la misma velocidad, cada vez iba más rápido, así no es de extrañar que el avance cuando era época de hominizacion sea ralentizado - con respecto a la época actual- pero considerable con respecto a las demás especies.
además, el segundo que dices que ningún tipo de vida ha evolucionado, me parece que tienes un serio problema conceptual de la evolución:
todos los organismos vivos han evolucionado, desde el mamut al elefante, tigre diente de sable al ordinario, perezoso gigante al ordinario, etc; el hombre tambien ha evolucionado de entre los mamíferos; realmente pienso que has confundido EVOLUCIÓN con HOMINIZACION la evolución es el cambio o mutación biológica de cualquier especie o individuo indistintamente a otros, no hay alguna especie privilegiada, nada está orientada al hombre (evolucionan a otras especies, no al hombre), en cambio en la hominizacion se trata el problema exclusivamente del hombre, así todas las especies han evolucionado, pero sólo la de nuestra cadena evolutiva ha hominizado - como no podría ser de otra manera lógica - esto como critica al gran error común de pensar que la evolución hace que un león o una caballo se va a convertir, algún día, en hombre, vuelvo a repetir, el error se encuentra en la falacia antropocentrista de creer que el hombre es una especie privilegiada y que somos el fin ultimo de las cosas - eso no es así, es un error tan común como lo fue la tierra al centro del universo o del alma inmortal o los caracteres antropocentristas de dios.
pd: la evolución es ciencia: puedes verificarlo en wikipedia.
permite-me agregar algo mas: el desarollo del lenguaje fué un gran limitante o acelerador para la formación de una sociedad; se necesita lenguaje para mantener estable una sociedad, pero se necesita de escritura (un lenguaje que mantenga permanente la información)para que un sociedad pueda empezar a desarollarse y evolucionar, con la aparición de la escritura las sociedades tuvieron el poder de hacer historia, dejar recuerdos y memorias de que estuvieron ahí, dicho evento habría ocurrido ya varios miles de años y desde ahí empezó el lento pero exponencial desarollo de las sociedades, la escritura pasó a difundirse más y mas y es justamente la álta comunicacion - esto es la alta velocidad y flujo de información- lo que hace y mantiene un mundo globalizado (...)
ResponderEliminarcomo podéis ver, en el análisis de una función exponencial hay un gran tiempo donde el desarollo es mínimo ( la función) y luego empieza a crecer más y más y eso ocure en poco tiempo, eso puedes verlo en el crecimiento exponencial:
http://es.wikipedia.org/wiki/Crecimiento_exponencial
http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Exponential.svg
pd: solo te referencio wikipedia por que es rápido y formal